Aunque los cerebros pensantes de nuestro país no se caracterizan especialmente por su sensibilidad, se están planteando el permitir la presencia de “allegados” durante estas navidades en los domicilios de aquellos que no cuentan con familiares dispuestos a acompañarlos, o que, directamente, renunciaron a la institución familiar cada día más en desuso.
Tengo cierta experiencia en este tema debido a mi trabajo como orientador en el teléfono de la esperanza. Las estadísticas nos dicen que el mayor porcentaje de las llamadas basan su contenido en “estado de soledad o incomunicación”.
Supongo que estarán al corriente de la cantidad de personas que viven solas. Unas veces de una forma voluntaria y, la mayoría, por encontrarse en una situación impuesta por las circunstancias.
Mi buena noticia de hoy se basa en que las personas buenas, que hay muchas, han observado esta realidad y están tomando medidas para remitirla en lo posible. Hay grupos de voluntarios que están conectado con personas solitarias (especialmente mayores) y les acompañan telefónicamente o en visitas personales.
Hace años que vengo intentando implicar a los jóvenes en la “adopción” de abuelos o de abuelas. De hecho así lo vienen haciendo los pertenecientes a la fundación Harena, una ONG que se preocupa de este colectivo con su proyecto Soledad 0.
Por otra parte el Teléfono de la Esperanza, con el que me honro en colaborar, sigue realizando su labor los 365 días del año en un servicio permanente de 24 horas. Puedo hablarles de experiencias muy enriquecedoras vividas por los llamantes y los receptores. El secreto profesional me impide comentarles las mismas, pero precisamente he tenido este fin de semana, en la que estuve como orientador, una llamada de un hombre que lleva muchos años solo y se ha sentido muy feliz de que alguien le escuchara durante un cuarto de hora al otro lado del teléfono. Esta llamada me hizo recordar la frase de Víctor Hugo: No es la soledad lo que espanta, sino las voces que la pueblan”. Llenémoslas de voces amigas.
Por lo tanto les animo a ser “allegados” de aquellos que se encontrarán solos en los próximos días. Una simple llamada puede encender una lucecita en el corazón de aquel que no tiene con quien compartir la Navidad. Vosotros podéis ser una buena noticia para alguien.
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