La Vanguardia, este periódico al que tanto le da carne como pescado con tal de conseguir apoyo y subvenciones para seguir subsistiendo, publica hoy una larga, larguísima, entrevista a la señora ministra de Defensa, la señora Margarita Robles. Digamos que esta señora es de lo más aceptable que existe dentro del actual Gobierno de la nación, si bien no creemos que, el cargo de ministra responsable del Ejército español, sea más adecuado para ella, tanto en lo que respeta a su formación específicamente jurídica, como en cuanto al espíritu castrense que debería tener cualquier persona relacionado con la defensa de la patria española. Y cuando hablamos de ello no nos referimos solamente a los peligros que nos puedan llegar desde fuera de nuestras fronteras sino, en la situación de nuestro país en estos momentos, al riesgo de involución política y de conflicto entre los españoles, de nuevo las dos Españas, por lo que respeta a la grave ofensiva desarrollada por las izquierdas, unidas en un bloque que se podría considerar como una joint venture de partidos políticos, algunos más extremistas y otros más oportunistas, que han decidido formar una unión estratégica y táctica que, dada su diversidad de planteamientos y sus métodos particulares para implantar sus modelos de sociedad, sería muy difícil mantenerlos unidos por largo espacio de tiempo, si no fuera que concurriera, en todos ellos, la ineludible necesidad que sienten por acabar con las derechas españolas y el sistema capitalista.
Y es que, señores, cuando escuchamos decir a la señora ministra frases como “Garantizo que el Ejército actual es democrático” no podemos dejar de pensar que es muy difícil, pero que muy difícil, que esta señora esté en condiciones de atribuirse, por muy lista e informada que pretenda ser y estar, el conocer lo que piensan los jefes y oficiales, actualmente en activo, por la sencilla circunstancia de que, estando supeditados a la disciplina militar, no les está permitido manifestar públicamente sus preferencias políticas. Pero es que ya estamos cansados de que a los españoles se nos tome por ignorantes, incultos, incapaces de ver el estado actual de nuestra nación y la forma evidentemente autoritaria, totalitaria y apresurada con la que el actual ejecutivo, del que forma parte la señora Robles, está quemando etapas, a toda pastilla, para darle el cambiazo al sistema político de gobierno, derivado de la Constitución de 1878, actualmente todavía vigente. Sabe el señor Pedro Sánchez que su poder está montado sobre cimentaciones muy débiles que, en cualquier momento, quienes lo están sosteniendo pueden decidir dejarlo caer y, por ello, se ve obligado a apurar etapas y precipitar cambios y acontecimientos para que los separatistas no se impacienten y los comunistas sientan la necesidad de seguir apoyándolo, con el objetivo común de acabar con la resistencia, débil hasta este momento, que les opone la oposición conservadora, desgraciadamente enfrentada entre sí.
Lo que se ve es que el actual Gobierno, cada vez se ve en más dificultades al tener que traducir en realidades sus promesas de apoyo y sus ofertas de una recuperación inmediata. Hoy mismo se ha anunciado un nuevo aplazamiento de las ayudas prometidas por el actual Ejecutivo a los comerciantes y a la hostelería. Si la situación de estos sectores no fuera tan extrema, no se vieran en condiciones tan precarias y, en muchos casos, sin poder retrasar ni un día más sus pagos, un aplazamiento podría considerarse apropiado; pero no es el caso y cuando, una y otra vez, se apela al mismo procedimiento de dar esperanzas y luego no cumplirlas, es evidente que ocurra el caso de que las cosas lleguen a un punto de difícil retorno. Pero sigamos viendo algunas de las afirmaciones de la señora Robles, en sus declaraciones a La Vanguardia. Es evidente que el manifiesto apoyado por más de 600 militares de alta graduación, actualmente, en situación de reserva, han causado más impacto del que quieren dejar entrever los socialistas y comunistas, que tiemblan como conejos cuando algún sable suena, aunque la mano que lo pudiera empuñar carece de fuerza para hacerlo. Y es por eso que, el señor Sánchez, apoyado por Iglesias han querido neutralizar cuanto antes el sonido de estas seiscientas bocas; porque saben que, detrás de estos valientes y dignos militares hay varios millones, muchos más de los que seguramente ellos piensan, de españoles que comparten, de la A a la Z, las palabras dirigidas al Rey por estos militares.
Por eso, cuando Margarita Robles habla de que “estos exmilitares quieren poner al Rey en situación complicada” resulta muy embarazoso entender lo que realmente quiere decir esta señora. Vamos a ver: los que llevan años poniendo a Felipe VI en situación complicada son, precisamente, los separatistas catalanes y vascos y los comunistas del señor Pablo Iglesias, un miembro del actual gobierno de coalición que nos gobierna; los que están apartando a S.M del primer lugar de la actualidad, consienten que sea vejado y ninguneado, que se le envíe a una toma de posesión de un mandatario extranjero vigilado de cerca por el comunista Pablo Iglesias y quienes intentan que el pueblo se vaya apartando de la monarquía mediante continuos ataques al Rey emérito y al sistema monárquico; sin que aparezcan más que esporádicas y livianas muestras de apoyo por parte de los socialistas, evidentemente encantados de que el trabajo sucio de acabar con la monarquía se lo hagan los comunistas y los separatistas.
“No demos publicidad a nostálgicos del pasado que no representan a las fuerzas armadas” sigue diciendo la señora ministra. Señora, nostálgicos del pasado y muchos, lo crea Ud. o no, hasta de la época del señor Francisco Franco, los hay a millones en esta España dominada por ustedes, desde la malhadada moción de censura que ganó, gracias los que ahora ocupan la mayoría de escaños en el Congreso, el señor Pedro Sánchez. No se trata sólo de unos pocos militares que no es que sean nostálgicos de otros tiempos, sino que de lo que se trata es de que tenemos una Constitución, vigente en la actualidad, que se está incumpliendo de forma alevosa sin que, quienes estarían en condiciones de restablecer el orden y mantener las normas constituciones, ustedes los que están gobernando, sean capaces de ponerles freno y de acabar con esta lacra que ni Zapatero ni el señor Rajoy fueron capaces de eliminar y, ahora, con ustedes gobernando, todavía se hacen más cesiones, se articulan componendas para liberar a los presos de sedición con el intento fraudulento de eliminar este delito o de rebajar su penalidad, todo ello con tal de darles gusto a los catalanes que, nunca en la vida, se creyeron que conseguirían, con tanta facilidad, salirse con la suya.
Lo que están haciendo ustedes, señora Robles, es ir cediendo ante los comunistas y, en especial, los separatistas, léase Bildu, léase catalanes o léase vascos, para que sigan apoyándoles y así ha sido como han conseguido sacar adelante unos PGE, en los que el gasto público se dispara sin que los ingresos previstos (que no concuerdan con las previsiones de Europa ni de los entendidos españoles) alcance, ni mucho menos, para cubrir tanto gasto. Y esto sólo lo podrán salvar aumentando, brutalmente, la carga impositiva de todos, digo todos los españoles y no, como ladinamente mantienen ustedes, los de los ricos, algo que saben positivamente que no está en su mano y que puede provocar el abandono y traslado fuera del territorio español de numerosas empresas de las que, actualmente, están ubicadas en España. No tache de nostálgicos o gente ilusa a quienes le recuerdan al Ejército en activo que tienen un deber explicitado en el Artº 8.1 de la Constitución, que nunca durante el periodo de vigencia de la Carta Magna había estado en condiciones de aplicarse como lo está en la actualidad, en la que es evidente que España corre el peligro de división y el pueblo español cada vez está más enfrentado entre sí.
Pero, señores, si hay algo más opuesto a la verdad, un maniqueísmo más absurdo, una cuestión más improcedente y una mentira más palmaria, en este caso a cargo de la señora ministra, ha sido cuando, sin que se pusiera roja de vergüenza, se ha atrevido a afirmar lo siguiente: “El PP ha hecho una oposición que este país no se merece, no ha arrimado el hombro” ¡Habrase visto desfachatez semejante! En primer lugar, la función de toda oposición al Gobierno, cualquiera que fueran sus ideas, es la de criticar la labor del ejecutivo e intentar que se cumplan con las reglas y procedimientos que la Ley establece. Dicho esto, la señora Robles confunde arrimar el hombro, con sumisión, con cesión, con renuncia a las propias convicciones, con traición a los españoles que votaron a los populares para que evitara, en lo posible, que el gobierno de turno se valiera de artimañas, de acuerdos espurios, de procedimientos censurables, de aplicación del sistema de decretos ley, un sistema que por su propia definición sólo debería aplicarse cuando hay suma urgencia y no como un medio para evitar la previa discusión parlamentaria, lo que, evidentemente, retrasaría y podría alterar o incluso rechazar la ley que se tramitaría algo que, a los socialistas y comunistas, en estos momentos les obstaculizaría su camino hacia el cambio radical del sistema político vigente en España, sin la necesidad de conseguir lo mismo a través de un cambio de Constitución que ellos saben muy bien que es algo inviable al requerir unas mayorías de las que, en la actualidad, no disponen.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, resulta inadmisible, desde todo punto de vista lógico, razonable, ético, deontológico o admisible que una ministra del Gobierno, aprovechándose de las facilidades de una prensa evidentemente separatista, haya arremetido, olvidándose de la obligación, que como magistrada le compete, de no faltar a la verdad, no acusar de algo que no es cierto a sus adversarios políticos y no intentar desprestigiar a unos militares patrióticos, que no han hecho otra cosa que denunciar una realidad que cualquier español, medianamente avispado e inteligente, ve con la misma claridad que ellos. ¡Penoso, señora Robles, penoso! Y, como colofón, una frase de José Mª Pemán: “No hay virtud más eminente que el hacer sencillamente lo que tenernos que hacer.”
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