No deposites tu salud exclusivamente en las manos de los gobiernos, el miedo como manipulación a las masas y la humanidad solo se tiene a sí misma, son tres lecciones globales que ya sabíamos desde antes de la pandemia del Covid-19, pero que indudablemente el 2020 nos las dejó como grandes enseñanzas, entre otras.
Sé que al momento de leer el título de este artículo usted tendrá sus propias lecciones globales, realizar el ejercicio me parece acertado a fin de no dejar pasar inadvertido el cúmulo de experiencias que nos saturaron durante el año que concluye.
Ha quedado claro que, por uno u otro motivo, en la gran mayoría de los países —quizá exceptuando a naciones como Japón, Suiza, Corea del Sur o Noruega, los cuales se encuentran en los primeros lugares del Índice de Prosperidad, realizado por el Instituto Legatum de Londres (El Universal. 2020) — los sistemas de salud pública se encuentran olvidados, semiabandonados, abandonados o desmantelados por una serie de decisiones y prácticas que convergen en la adopción de políticas públicas neoliberales.
Tener muy presente la situación en la cual se encuentran muchos sistemas de salud, como es el caso de México, sin el número suficiente de médicos, sin el equipamiento ni infraestructura indispensable y sin las medicinas oportunamente proporcionadas, es una problemática que inclina la balanza del lado de los fallecimientos.
La existencia de ventiladores en los hospitales fue un rubro que desde el inicio de la pandemia ocupó la preocupación de todos, al paso de las semanas se confirmó que en muchos países no se contaba con la cantidad suficiente para atender los requerimientos que fueron surgiendo.
En marzo de este año, The Society of Critical Care Medicine (Sociedad de Medicina de Cuidados Críticos) calculaba que en Estados Unidos 960,000 pacientes requerirían en algún momento el apoyo de un respirador, pero sólo se contaba en aquel país con 200,000 equipos en su tipo (Pauta.cl. 2020). La escasez generó una verdadera guerra por ventiladores.
En ese sentido, la ocupación hospitalaria, el acaparamiento de medicinas, el mercado negro, pruebas falsas y la venta de vacunas al mejor postor, es solo parte de lo que ha estado marcando el derrotero de la pandemia.
Es casi un suicido anticipado no asumir la salud preventiva propia como una prioridad, porque el sistema de salud de cada país ha demostrado en estos meses todas sus carencias e incapacidades.
Por otra parte, el miedo sigue demostrando su enorme efectividad para la manipulación y conducción de las masas.
El miedo inicial ocasionado por el surgimiento del Covid-19, no cesó, aunque sí fue cambiando el tema de incentivación.
Después de la expansión inicial del virus siguió el aumento de contagios, el cual pudo ser monitoreado minuto a minuto en los portales especializados; después, una vez que nos insensibilizaron los números, siguió el pánico por los efectos económicos, las dificultades para hallar la vacuna, luego el rebrote, el surgimiento de nuevas cepas, el arribo insuficiente de vacunas y lo que siga.
Pareciera que había un concurso por ver quién comunicaba la noticia más escalofriante, más escandalosa, más morbosa, inclusive el montaje y la desinformación fueron auxiliares en esta carrera frenética.
Encajó a la perfección la frase célebre de Tito Livio (59 a. C. - 17 d. C.), autor de ciento cuarenta y dos libros sobre la historia del Estado romano:
"El miedo siempre está dispuesto a ver las cosas peor de lo que son". Sí, el miedo atizado desde todos los ángulos montó en una especie de zancos esta pandemia que a la fecha de escribir este artículo ha ocasionado poco más de 1.7 millones de fallecimientos según el seguimiento de Johns Hopkins University & Medicine (coronavirus.jhu.edu. 2020), cifra que dista mucho de estar a la par de otras, al menos en cuanto a número de muertes se refiere, por ejemplo: la peste negra (200 millones), la viruela (56 millones), gripe española (40 a 50 millones), plaga de Justiniano (30 a 50 millones), sólo por citar algunas.
No se trata tampoco de minimizar una situación sanitaria que tanto dolor ha ocasionado a muchas personas, pero considero que necesitamos tener una visión holística-sistémica para asumir con ecuanimidad la situación, a fin de evitar lo que tan bien señaló Tito Livio hace más de dos mil años.
Los seres humanos solo nos tenemos a nosotros mismos, a nuestros seres queridos, a las personas solidarias, a quienes venciendo las restricciones, los miedos, la ambición y sus propias limitaciones, dieron muestra de solidaridad, de arrojo, de compañerismo, de fraternidad.
Tanto en lo individual como en lo colectivo solo nos tenemos a nosotros mismos.
Nadie hará por nosotros lo que nosotros no hagamos por nuestra cuenta.
No es pesimismo, pero hasta ahora las mayores muestras de humanismo no han venido de los gobiernos, han surgido al seno de la sociedad, de héroes anónimos que han sacado adelante las cosas y que mantienen encendida la esperanza aún en los momentos más difíciles.
Sé que usted sacará sus propias lecciones de esto que estamos viviendo, ojalá las comparta con quienes le rodean y de manera conjunta podamos establecer un diálogo que nos enriquezca, de lo contrario, estaremos repitiendo lo que no hemos hecho bien individual y colectivamente.
|