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Buscamientos

Si no buscamos..., poco hallaremos. Pero no es suficiente..., luego hay que ser coherentes
Rafael Pérez Ortolá
jueves, 31 de diciembre de 2020, 12:11 h (CET)

El añejo concepto griego de “a-leteia”, incide de lleno en esa ansia generalizada por conocer las cosas SIN OCULTAMIENTOS. Eso tan echado de menos en las manifestaciones sociales. Por parte de los políticos como representantes del resto de ciudadanos, por la hipocresía de cuantos alardean de manera fantasiosa; por parte de quienes tergiversan adrede las informaciones. Los motivos subyacentes persiguen trayectorias plagadas de intereses o torpezas. Sin olvidar tampoco la enormidad de enigmas incrustados en el funcionamiento del mundo; estableciendo esa frontera inestable entre los ocultamientos provocados por los humanos y los interrogantes de carácter natural.

La tarea prioritaria se impone, esa de desentrañar la serie de incógnitas siempre renovadas. Es un hecho muy contrastado, detrás de un hallazgo proliferan nuevos rasgos desconocidos. La intensidad de las actitudes investigadoras dependerá de las peculiaridades de cada persona. El indolente apenas se dejará llevar, aprovechando el esfuerzo de los emprendedores. Lo habitual será esa amplía gama de sujetos persiguiendo sus incógnitas de diferente calado. En ocasiones, el exceso de los inquietos les conduce al desdén de los logros obtenidos. Es necesario el equilibrio, los buscamientos requieren del ensamblaje con las entidades personales previas. Digámoslo así:

BUSCAMIENTOS

Son prácticos y necesarios

Para lustrar bien los criterios.

Sondean los orígenes.

Exploran los ambientes.

Miden inconvenientes.

Calibran los quereres.

Y husmean oquedades.

Exigen filtros y aires

Al son de las edades.

Definen los talantes

Reales sin ambages.

Asociados a sentimientos,

Buscamientos son pensamientos.

Necesarios para proyectos

Guiados por sublimes alientos.

El desinterés sólo conduce a un amplio número de individuos mal informados; por ello son susceptibles en grado sumo de ser manipulados con diversas excusas o subterfugios. No faltan quienes se aprovechan de esas deficiencias. Una cosa es tratar de conocer en todo lo posible los ORÍGENES; de una persona, de un grupo, de amplios sectores sociales e incluso del entorno físico. Aunque chirrían los intentos de disimular esos hallazgos, llegando a falsearlos. El rastreo de la genética, la observación crítica de los pretendidos datos históricos, la denuncia de las tergiversaciones, son armas espléndidas para la clarificación; evitarían experiencias vergonzosas y nefastas.

Con frecuencia sufrimos las consecuencias no deseadas por haber prestado escasa o nula atención a las circunstancias del momento. Habiendo pretendido esquivar unas andanzas, contribuimos a su desarrollo al margen de nuestras influencias; pero no escapamos de sus efectos. Fenómenos como estos quedan expuestos con nitidez al examinar como nos relacionamos con los diversos AMBIENTES. La averiguación de sus factores determinantes es un primer paso crucial para su análisis posterior, asimilación, y la adopción de cuantas decisiones estimemos oportunas. Sin pretenderlo, estamos involucrados en ciertos ámbitos; el grado de implicación derivará de las voluntades empeñadas.

En tan variados panoramas, las matizaciones predominan sobre los rasgos igualitarios; siempre surge ese detalle dispar con sus repercusiones. Los individuos mostramos inquietudes diferentes según las EDADES; sea por los objetivos perseguidos, por los dejados de lado o por la intensidad de las búsquedas; en ocasiones prevalece la desidia de no estar interesados por los buscamientos. Hay grupos con especial orientación en sus pesquisas. En la niñez o en la adolescencia, el rico muestrario sorprende a diario. Entre los adultos trabajadores repercuten sus áreas de actividad junto a otros muchos factores. En las edades provectas las miradas se dividen, desde lo retrospectivo a los horizontes.

No terminaríamos nunca de comentar nuevas maneras de hincarle la mordiente a esto de indagar sobre los aspectos menos conocidos. Sin más añadidos, el talante de una persona es inestable, obedece a factores lógicos y también a motivos subyacentes poco claros. Ejerce sin duda como un potente condicionante para las actuaciones de sus portadores. En suma, a la hora de ponerse o no a buscar, influyen numerosos elementos. Este complejo panorama nos deja expuestos a los riesgos de funcionamientos SECTARIOS, siempre con las tendencias favorables apuntando a los poderosos.

Siendo un elemento neutro, las búsquedas manifiestan las intenciones de sus promotores; nos obligan a estar atentos.

Apurados por los menesteres cotidianos, atendemos a los problemas inmediatos, sin tiempo para calibrar cuestiones de fondo; más tarde quizá percibamos la mayor importancia de los conceptos desdeñados. Algunos pensadores propugnaron los intentos de ceñirse a las conductas del momento, en un PRAGMATISMO estricto. Aunque sin resolver la cuestión nuclear de que es realmente práctico, lo que se aprecia de inmediato, o aquello bien elaborado aunque se contemple más tarde. Si se menosprecian las mejores calibraciones, el juego de las actuaciones sociales quedará reducido a los dominios y la fuerza de los proponentes, desviándose de la búsqueda de lo mejor.

Los hechos cotidianos nos indican la clamorosa ausencia de comportamientos con mayor dedicación a las cualidades de las personas. Con la excusa de ciertos pragmatismos fieros decididos por pequeños grupos de empoderados, observamos la postergación del sentir ciudadano hacia términos secundarios, terciarios… u olvidados sin más. Necesitamos buscar con mayor ahínco los modos para lograr una ADAPTACIÓN gratificante de los empeños emprendidos a las cualidades y circunstancias de las personas. También a la inversa, es imprescindible el compromiso de las personas para implicarse en esas tareas siempre inacabadas ante los nuevos retos incesantes. En esto de la tarea adaptativa, la generosidad participativa resultará crucial.

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