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Timocracias

Sobando el cuero
Francisco J. Caparrós
martes, 31 de marzo de 2015, 21:50 h (CET)
Sólo los mediocres, no aceptan nunca las críticas. Sólo los mediocres, están dispuestos a acallarlas como sea. Sólo los mediocres, tienen miedo de escuchar lo que los demás puedan decir de ellos. Sólo los mediocres viven en el interior de una burbuja, siempre a expensas de que pueda explotar en cualquier momento dejándoles con el culo al aire. Cuando eso ocurre, a los mediocres se les viene el mundo encima. Están tan pagados de ellos mismos, que conocer la realidad de uno por boca de los demás puede traumatizarles hasta el punto de no volver a levantar cabeza. Por eso se protegen como gato panza arriba para evitarlo. Para ello dictan leyes si eso es necesario, leyes que, por prohibir, prohíben hasta los mismísimos derechos y libertades fundamentales de los individuos.

Eso es lo que acabó dictaminando el mayor órgano de expertos independientes en el sistema de las Naciones Unidas para los derechos humanos, que España se hallaba a un paso de socavar de facto todo por lo que las naciones más avanzadas del planeta Tierra han apostado a seguro, llegando a quemar sus naves si ha sido necesario: aquellos estándares internacionales que garantizan la existencia de una sociedad libre y democrática.

Pero lo que en España se quema no son las naves. En nuestro país, siempre hemos tenido tendencia a matar al mensajero. Y si ese mensajero cuenta con el aspecto de un inmigrante, un desahuciado o un indigente, tiene todos los números para acabar trasquilado. Por eso considero que son tan peligrosas todas esas leyes que vulneran los derechos inalienables, como la denominada mordaza, que esgrimida en manos poco escrupulosas pueden llegar a hacer mucho daño a la Democracia y a los valores que el viejo anhelo de Solón representan.

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