Fracasado en su intento de desequilibrar, desde fuera y mediante una moción de censura, el gobierno de la señora Ayuso en la comunidad madrileña y debilitado por su fracaso en Murcia, el señor Iglesias ha querido recobrar el protagonismo perdido y su maltratado prestigio, mediante una de sus características y estrafalarias ocurrencias. Uno de estos órdagos a los que es tan aficionado y que, tanto pueden darle un nuevo impulso político, si consiguiera instalarse como nuevo presidente del actual feudo del PP en tierras madrileñas como, en el caso de perder, ponerle a los pies de los caballos representados por sus colegas de Unidas Podemos y por todos aquellos descontentos de su partido que están esperando a que dé un paso en falso para proceder a su defenestración y la de su mujer, Inés Montero; debido a que su caudillaje pende de un hilo después de los sucesivos bajones electorales y del sonado fracaso en su intento de sacar a los populares de sus gobiernos en Madrid y Murcia.
Mirado objetivamente cuesta encontrar algo más que una jugada política y un intento de salvarse del naufragio que le auguraban los desastres de las últimas actuaciones del señor Iglesias, tanto en la cámara de representación popular donde sus exabruptos, salidas de tono, falta de moderación y excesos verbales no han hecho más que demostrar que se trata de un sujeto desquiciado perteneciente a lo más oscuro, siniestro y radical del viejo comunismo de la Rusia soviética, sino que ha conseguido que, aquellos miembros del actual Gobierno pertenecientes al PSOE, que no comparten la visión apocalíptica del señor Iglesias sobre la situación de los ciudadanos españoles en la actual democracia pese, eso sí, a lo deteriorada que la están dejando quienes nos gobiernan y a los negros nubarrones que se ciernen en el horizonte, a causa de la crisis económica que parece inevitable y a la mala gestión que se ha venido haciendo por los actuales responsables de la sanidad en España, influidos por los intereses políticos de nuestros gobernantes incapaces de tomar las medidas convenientes y adecuadas para evitar que la epidemia se vaya reproduciendo, los contagios continúen y el fin de la pandemia se vea cada vez más lejano, si los inconvenientes surgidos por la falta de vacunas siguen sin resolverse.
Cuesta pensar que un señor vicepresidente segundo del actual gobierno socio-comunista de España, al frente del ministerio de Asuntos Sociales por el que ha pasado como fantasma desocupado, sin que durante su mandato se le haya conocido iniciativa alguna y nada en absoluto que mencionar en cuanto a lo que les pudiera afectar de la lucha en contra de la Covid 19 y, lo que todavía es peor, en cuanto a lo que les competía en lo referente a las residencias de ancianos cuya tutela les correspondía y, no obstante, han sido los que más muertes sufrieron por los efectos de la epidemia.
Pues este señor, cuyo bagaje ministerial ha sido nulo y que sólo se le conoce por sus enfrentamientos a cara de perro con la oposición, por sus continuas diferencias con sus compañeros de gobierno, por sus habituales boutades en lo referente a propuestas de carácter totalitario y su falta de respeto por las libertades de los españoles; es el que ahora se presenta como adalid de las izquierdas en su intención de robarle el puesto a la señora Ayuso que, si por algo se ha venido caracterizando ha sido por su personalísima, eficiente, moderada y exitosa conducción de la comunidad madrileña en su intención de compaginar la lucha contra la epidemia con su propósito de causar el menor daño posible a la economía de los ciudadanos, la preservación de las empresas y comercios y a las libertades ciudadanas a la par que se esmeraba en proporcionar la mayor atención a la lucha contra el coronavirus, mediante la creación de centros en los que atender debidamente a todos los perjudicados por la enfermedad.
No es de extrañar que, cuando hay un gobierno que depende del apoyo de una colección de pequeñas formaciones de diversas ideologías, entre las que se encuentran grupos como las feministas de Unidas Podemos o los separatistas de ERC y de la CUP o Junts per Cat, de tan variada catadura y cuya principal idea, que es la que los une, consiste en acabar con la unidad de España, luchar contra la propiedad privada, hacer demagogia respecto a una supuesta igualdad que, en realidad, solo la pueden conseguir llevando a todos a la pobreza o atacar a quienes son los motores de un país como es la empresa privada, el comercio, los bancos, las industrias o los emprendedores en general, entre los cuales destacamos a los autónomos, los principales afectados por la crisis y por el coronavirus, que han sido los que han pagado el mayor precio a causa de las erróneas decisiones del actual Gobierno, con la desaparición de cientos de miles de ellos que, con toda seguridad, tardarán muchos años en volver a recuperarse y esto suponiendo que, los actuales gobernantes sean expulsados, en futuras elecciones, del poder que actualmente ostentan.
Pero no queremos finalizar este comentario sin hacer referencia a la enorme caradura, incoherencia, contradicción y osadía de Pablo Iglesias que, sin el menor rubor, ha sido capaz de acusar al PP de “haber comprado a diputados de Cs”, añadiendo que la “pasta utilizada para esta compra se le había dado algún constructor”. Solamente un bolchevique como él, alguien que carece de freno moral y ético, tiene la desvergüenza de recriminar al partido que ha tenido que defenderse del intento de desposeerle de los gobiernos que las urnas le habían entregado en Murcia y en Madrid, haciendo exactamente lo mismo que ellos intentaron hacer con los cogobernantes de Cs, que lo que ahora, el señor Iglesias y sus seguidores, acusan al PP de haber hecho en legítima derecha de sus intereses políticos y sin que en ello haya intervenido ninguna clase de soborno, sino la utilización de argumentos lo suficientemente convincentes para que los que dudaban en cuanto al voto a emitir cambiaran de opinión y rectificasen. Lo único positivo que se puede extraer todo este melodrama político es que, los sucesivos fracasos cosechados por el partido del señor Iglesias, la evidencia de sus manipulaciones, el desparpajo y la insolencia con las que se ha despachado el verdadero inductor de toda esta tragicomedia en torno a la comunidad madrileña y la autonomía murciana, el señor Iglesias y sus esbirros, encargados de caldear el ambiente para intentar amedrentar a la señora Ayuso; no sólo no han logrado sus propósitos, ni han conseguido vender sus mentiras sino que, es muy posible que con sus manipulaciones, sus intrigas y sus amenazas nada más hayan conseguido reforzar la candidatura de la actual presidenta de la comunidad, de modo que los indecisos o los que podían dudar acerca de a quien votar ahora lo hagan decididamente a favor de aquella candidata que más les garantice que la comunidad madrileña no se va a convertir en uno más de los satélites del comunismo más reaccionario, representado por dictaduras como la venezolana o la bolivariana verdaderas inductoras y exportadoras de este neocomunismo que hoy representan formaciones como Unidas Podemos o la CUP.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con suma preocupación cómo, una vez más, el comunismo internacional, representado por Pablo Iglesias y todos los que lo apoyan, incluido el PSOE, no cejan en sus intentos de acabar con la democracia española, la que tantos esfuerzos y vidas ha costado al pueblo español, en un intento de acabar con nuestro Estado de derecho, con nuestra Constitución de 1978, con nuestro régimen de democracia parlamentaria y con nuestro sistema monárquico que, a la vista de quienes formamos el pueblo español, es evidente que se ha convertido en el objetivo principal de las intenciones republicanas de todos los que detestan que sigamos formando parte de la Europa unida y que intentan, cada día con más fuerza e interés, acabar con cualquier régimen en el que el capitalismo, la libertad de mercado, la libre iniciativa y los derechos individuales sean respetados por encima del estado totalitario y dictatorial que pretenden imponernos los que todavía no han sabido digerir que fueron derrotados por el general franco en abril de 1939. Y como conclusión una frase del maestro Confucio para meditar sobre ella: “Cuando el objetivo te parezca difícil, no cambies de objetivo; busca un nuevo camino para llegar a él”. Quizás sea el momento adecuado para que todos nos planteemos si ha llegado el momento de abandonar nuestro entreguismo para luchar por nuestras libertades.
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