Con Donald Trump asistimos a la irrupción del llamado “escenario teleonómico” (en contraposición al ”escenario teleológico” actualmente vigente) que vendrá marcado por dosis extremas de volatilidad y que tendría su plasmación en el ascenso meteórico de la nueva estrella del firmamento neoliberal español, Isabel Díaz Ayuso. Así, Ayuso se habría convertido en el vivo reflejo de la incongruencia trumpianaque consigue desarbolar cualquier estrategia opositora que sea mínimamente racional y como en el caso de Trump, sus controvertidas decisiones y manifestaciones rozarían la megalomanía, “entendido como delirio de grandeza que provoca que el individuo se crea dotado de un talento y un poder extraordinarios debido a que las deidades le han elegido para una alta misión” (ser la némesis de Pedro Sánchez).
Sin embargo, la presentación por PSOE y Cs de una moción de censura contra el Presidente de Murcia, el popular López Miras, le habría obligado a revisar su actual estrategia e incorporar a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica, consistente el “uso de comportamiento cooperativos o combativos que le puedan reportar mayores posibilidades de adaptación en función de una situación concreta” y que tuvo su plasmación en la convocatoria de Elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid para el mes de Mayo. Asimismo, la inteligencia mediática se distingue por “una extraordinaria capacidad para encontrar las debilidades ajenas y utilizarlas en beneficio propio así como de realizar acciones complejas que pueden no ser entendidas en un principio por sus votantes pues sus metas se proyectan hacia un futuro mediato” (Presidenta del PP) y cuyo primer paso ha sido el lograr una mayoría suficiente para gobernar en solitario y seguir apostando por la marca “Gobernanza a la madrileña”.
Para intentar comprender la apabullante victoria de Ayuso, hay que recurrir a Edward L. Bernays quien en su libro “Cristalizando la opinión pública”, desentraña los mecanismos cerebrales del grupo y la influencia de la propaganda como método para unificar su pensamiento. Así, según L. Bernays, “la mente del grupo no piensa, en el sentido estricto de la palabra. En lugar de pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones. A la hora de decidir su primer impulso es normalmente seguir el ejemplo de un líder en quien confía”. En consecuencia, la propaganda de Ayuso estuvo dirigida no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustenta, doctrina condensada en el lema“Comunismo o libertad” y su estrategia electoral se basó en la defensa del paraíso neoliberal madrileño como último reducto de las libertades individuales frente al “Estado Totalitario Socialista” en la creencia de que el electorado madrileño primaría el “panem et circenses” ayusiano frente al vértigo del “Régimen totalitario propugnado por Pablo Iglesias”.
Sin embargo, la utopía de Ayuso sería vencer a Pedro Sánchez en las próximas Elecciones Generales del 2023, destino final de un recorrido jalonado por lo necesario (convocar Elecciones anticipadas en la Comunidad de Madrid ) y lo posible(lograr la mayoría necesaria para gobernar en solitario en la comunidad madrileña). Así, la utopía sería el camino para alcanzar un sueño que llevaría implícito en su potencia la facultad de devenir en acto concreto (ser investida Presidente del Gobierno), siendo preciso transitar por la senda marcada por il poverello d´Assisi: “Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible”. Este movimiento, teledirigido por la Fundación FAES, contará con la colaboración activa de las élites empresariales y judiciales para dar el jaque mate al Gobierno Sánchez en las Generales del 2023 y en las que asistiremos a la polarización extrema de un electorado que deberá elegir entre un nuevo Frente Popular integrado por el PSOE, Unidas Podemos y corrientes periféricas afines o dar su voto a la nueva CEDA integrada por el PP y Vox tras absorber los restos del naufragio de Cs.
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