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Eppur si muove (Y sin embargo se mueve)

Informe totalmente innecesario
ZEN
lunes, 1 de junio de 2015, 22:01 h (CET)
Apenas hace una semana se hizo público un informe sobre la accesibilidad de los locales electorales en el que yo había participado. Informe totalmente innecesario porque todos los locales electorales son accesibles,… en el papel del BOE y documentos que acreditan su idoneidad para local electoral. El informe constata que la edificación y el papel son dimensiones paralelas.

Recomendaba hacer un llamamiento a los miembros de las mesas (presidentes y vocales) para que comprobaran la accesibilidad del local antes de su apertura; a los interventores y delegados para que se opusieran a la apertura de locales inaccesibles; a los candidatos para que comprobaran la accesibilidad del local en el que tenían que votar, y de no ser accesible, que se comprometieran a que lo fuera antes de las próximas elecciones.

La realidad que me ha llegado a través de testimonios y de lo que se comentó en la tertulia casqueril es desoladora, aunque previsible. La legislación electoral es garantista y detallista; establece en 132 páginas el color, tono, tamaño, tipo de letra,… de un mogollón de impresos; el tipo de material, forma, tamaño y colores de las urnas; tornillos que deben tener las cabinas de votación y tipo de tela de las cortinillas,… Luego, en otras tantas, se dicen plazos, nombramientos, procedimientos,…. Y con todo ello se hacen Manuales para miembros de mesas, en los que se explica con detalle todo, todo menos como se verifica la accesibilidad de los locales antes de la apertura.

Suponemos que los miembros de las mesas y los interventores y delegados dan por sentado que el local cumple la legalidad en todos sus extremos, porque hace menos de 24 horas que se ha acondicionado la sala de votaciones y precintado hasta su apertura.

Dolores, interventora en un hogar del jubilado, me hizo llegar un cuestionario de accesibilidad de locales electorales; todo perfecto, tiene incluso dos aseos adaptados. La única pega es que en ellos no se puede maniobrar con la silla de ruedas (radio de giro de 1’50 m), ni acercarte al inodoro. Menos mal que el local estaba cerca de su casa, y pudo hacer de lo suyo en su taza. De estar lejos se hubiera tenido que plantear ponerse un pañal para llevarse lo suyo a casa, como supongo que harán los socios del club de jubilados que no pueden transferirse el WC. O igual es requisito para ser socio: “no padecer defecto físico que impida la utilización autónoma del WC”.

Testimonios de urnas procesionadas, al estilo de las del Arca de la Nueva Alianza que se cita en la Biblia, hay a mogollón. Fórmula socorrida para que los electores cascaos voten a las puertas de locales que deberían ser accesibles todo el tiempo, pero que ni siquiera lo son el día de las elecciones. Participan en la procesión: el presidente y vocales de la mesa, interventores y apoderados de los partidos, fuerzas de seguridad y el periodista de turno cuando se trata de un local en el que votación tras votación hay procesión porque existen devotos: las autoridades responsables del local, los responsables del ayuntamiento de la designación del local, los de las Juntas Electorales, la Fiscalía,…..

El ejercicio del voto en la mayoría de situaciones en que un cascao no puede hacerlo de manera autónoma, por la existencia de escalones, se practica después de “la levantá”; porque la gente se solidariza con el responsable de la ilegalidad y asume el papel de costalero de semana Santa, con el cascao en el papel de anda.

Vamos que la cosa para los cascaos estaba en: exigir el cumplimiento de la legalidad y que si el local no es accesible se vuelve a casa; tragar con ser “costaleado” y aceptar votar en la “puta calle”.

Una de las cuestiones más controvertidas es la “inamovilidad de la urna”, con esa fundamentación se ha coaccionado a mucho cascao para ser “costaleado”. Lo de la inamovilidad de la urna no la acabo de fundamentar dado que a la tertulia no vino Justo, mi amigo el leguleyo, porque está en el taller reparando su pierna buena, de la que se sentía tan orgulloso.

El caso es que mi amiga Galilea se plantó en su colegio electoral, al que acudía por primera vez, y se encontró con que no podía acceder. Moza delgada y de buen porte no tuvo que esperar para que policía e interventores que rondaban por la puerta se ofrecieran a “costalearla”; pero ella no se “baja las bragas” en cuestión de derechos y dignidad, así que sopesó el dar media vuelta con el voto o transigir con que le sacaran la urna. Optó por pedir que le sacaran la urna y la respuesta fue que la ley impedía moverla; alegó que la había visto muchas veces sacarla a la calle y la respuesta fue que eso era ilegal. A la urna se va a votar, no va la urna a que votes.

Volvió a sopesar volver a casa con la dignidad intacta y el voto, y optó por pedir que acudiera el presidente de la mesa a recoger el voto para llevarlo a la urna. Tras consultas con la mesa, acudió el presidente, no sé si acompañado de los vocales porque la ley obliga a que la urna siempre este custodiada por dos miembros de la mesa. El presidente procesionó con las sagradas formas, perdón los sobres con las papeletas, en alto y a la vista de la comitiva de interventores que le acompañaban para ver introducir las sagradas formas por la ranura de la urna. Esta es una nueva técnica de votación: el voto procesionado, al estilo de la procesión del Corpus de Toledo.

Cuando Galilea me lo contó estaba consternada, cómo era posible que la urna no se pueda mover del sitio y lo haya visto moverse tantas y tantas veces. Entonces me di cuenta de que la reencarnación existe, mi amiga era la de aquel científico, astrónomo, filósofo, ingeniero, matemático y físico Florentino que en 1633 abjuró de su afirmación de que la tierra se movía alrededor del sol, para añadir a continuación: «Eppur si muove» («Y sin embargo se mueve»). En la reencarnación solo falló el sexo, si llega a ser varón: Galieo con toda la barba.

Yo creo que hay que ser práctico y con independencia de que la urna se mueva o los sobres leviten, lo que hay que hacer es un cuestionario para comprobar la accesibilidad de los locales que proponen los ayuntamientos. Eso sí, firmadito por persona responsable de su comprobación. Luego se hace otro para que los miembros de la mesa y los interventores verifiquen la accesibilidad antes de la apertura del local. Con poner un par más de páginas al Manual para miembros de mesa electoral, del Ministerio del Interior, y en los manuales de interventores y delegados de los partidos políticos, arreglado. Luego, si hay que procesionar urnas o sobres con papeletas, se mira la firma de quien ha acreditado la accesibilidad y se le cuelga por los dedos gordos de los pies en una plaza pública. Todo menos la impunidad en la firma de documentos públicos cuando cercenan el derecho al voto.

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