El Art. 1 de la ley 11/2002, reguladora del Centro Nacional del Inteligencia (CNI), establece que “es un organismo público responsable de facilitar al Presidente del Gobierno y al Gobierno de la Nación las informaciones, análisis, estudios y propuestas que permitan prevenir y evitar cualquier peligro, amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones”. La exposición de motivos de esa ley lo justifica porque la sociedad española demanda servicios de inteligencia eficaces, especializados y modernos, capaces de afrontar los retos del actual escenario nacional e internacional, regidos por los principios de control y pleno sometimiento al ordenamiento jurídico.
Escrutinio de las elecciones autonómicas 4-M en la comunidad de Madrid. El PP con 65 votos supera la suma de todos los votos de la izquierda. Unidas-Podemos en último lugar de los grupos con representación en la nueva Asamblea madrileña. Pablo Iglesias, como si lo hubiera preparado, de repente anuncia que abandona la actividad política.
- Si extraña – avisó alguién próximo – conviene ver su trayectoria y lo que se sabe o intuye de él. Para sacar conclusiones, mejor suponer qué se encontró como mandamás CNI en la Cuesta de las Perdices. Allí debía estar el Dosier CNI Pablo Miguel Iglesias Turrión ¿Quería el CNI? Pues CNI. Con su dosier preparado.
Iglesias es comunista, busca-grescas y provocador. Pero no parece tonto.
Casi especulando - pensando con profundidad en términos teóricos, sin ánimo de aplicación práctica; haciendo suposiciones sobre algo que no se conoce con certeza – había que repasar la trayectoria de Iglesias: Universitario, viajero financiado, post-indignado en el 15-M que aprovechó. La Tuerca. Financiaciones confusas. Aupado en televisiones afines (Cuatro, Telecinco, La Sexta) y en medios despistados (Intereconomía o Periodista Digital). Líder en Unidos-Podemos. Vista Alegre una, dos y tres. Diputado portavoz en el Congreso con U.P. Moción de censura imposible contra Rajoy, que perdió. Enjuague con Sánchez para una coalición que no logró. Depuraciones en Podemos (Bescansa, Errejón, Dante Fachín). Coqueteos con independentistas. Besos en el Congreso de los Diputados con Xavier Domènech, válido de Ada Colau. Y en las siguientes Elecciones Generales, las últimas, seducción a Sánchez, Gobierno de coalición PSOE-UP, ministerio para la madre de sus hijos y vicepresidente del Gobierno. Hasta ahí, éxito. Con algunos peros. Unos conocidos: Muleta al PSOE con riesgo. Demoras en pactos de Gobierno. Apaños PSOE-UP para reparto. Y otros desconocidos: no filtrados, soportados, y los amparados por el secreto en las deliberaciones del Consejo de Ministros y lo que hay alrededor.
A partir de ahí, cambio. Como vicepresidente, se había convertido en nexo con la izquierda catalana (Catalunya en Comú y próximos) y vasca (Bildu y afines). Usaba su poder (muy poco) en los ministerios que controlaba con Yolanda Díaz, Garzón, Castells e Irene Montero. Enredaba, en el Consejo de Ministros y dónde pudo, buscando unos éxitos que disimularon. Su RTVE, con audiencias por los suelos, perdió cuotas de pantalla. Las televisiones privadas, protegidas, le evitaron. Desafección de propios. Hasta le crecieron enanos en su circo. Por último, se encontró con el CNI. Profesional, sólido y con sede en la Av. Padre Huidobro, junto a la Cuesta de las Perdices de Madrid.
El CNI es un organismo público responsable de facilitar al Presidente del Gobierno y al Gobierno de la Nación (también al vicepresidente) información sobre lo que interese. Si misión es prevenir y evitar lo que pueda atentar contra “la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones”. Porque es su obligación, hay que colegir que cumple. Siendo Iglesias vicepresidente del Gobierno y con una trayectoria aireada en los medios de comunicación nacionales y mundiales, no es especulación, sino deducción lógica, entender que el CNI se ha ocupado de Iglesias para poner a disposición de quien corresponde la información que tenga sobre él.
¿Un dosier CNI, dedicado a Iglesias? Parece de rigor. Para consuelo del insomne Sánchez. Y como consejo, no advertencia, con frase apropiada en el mundo sensible de las informaciones reservadas (vulgo, espionaje).
Desde esta óptica, tan amable, lo conocido sobre Iglesias es, porque no puede ser de otra forma, la guía que racionaliza y justifica su cambio de actitud: ¿Patrimonio asegurado para el futuro con financiación personal y familiar, incluso de por vida?, ¿Asilado por Roures u otros? Incluso un alto temporal, ocupado en conferencias y foros remunerados, para volver a la actividad política, en otro momento y otras circunstancias.
Con esa guía como dirección de actividades, el comportamiento de los meses previos al abandono de la actividad política de Iglesias es lógico. Cabe suponer que lo ‘dejado a su vista’ ha sido calculado. Ha visto lo que le han dejado ver, e intuido lo que han querido que intuya. Con esa visión, y con las consecuencias y efectos que puedan intuirse, su actitud es un conjunto de actos voluntarios (o impuestos) que no casan con su antigua postura. Esos actos ocurrieron, van a seguir y están ahí. A saber: Sumisión a Sánchez. Respeto medroso al filo de una espada de Damocles. Paso atrás impuesto o sugerido por la UE para preservar fondos europeos de manos e intenciones comunistas. Cesión de liderazgo en U.P. Salida del Gobierno sin estrépito. Cadalso en unas elecciones difíciles. Y, al final, abandono de la actividad política y mutis con puesta en escena preparada.
Aunque hay otros motivos para el ostracismo temporal de Iglesias, no es momento para entrar en ellos. Su postergación, por lo visto en las urnas, es un acontecimiento que alegra a los demócratas. Puede ayudar a la unión nacional para superar la pandemia Covid-19. Y, sin entrar en pormenores ni fijar por cuánto tiempo, facilitar la continuidad del gobierno Sánchez, con los cambios que sean oportunos o sin ellos.
Como el asunto Iglesias no está agotado, por ahora, punto y seguido impreciso. De momento, sólo, CNI, dosier Pablo Manuel Iglesias Turrión.
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