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El palabro que acabo de “colocar” como título es una especie de monumento al disparate que me he permitido escribir por ser un anciano andaluz, por vivir en Córdoba y por estar disfrutando del inigualable mes de mayo. Supongo que muchos me criticarán por esta humorística licencia, pero creo que habrá alguien al quien le agrade que me tome a broma lo que es escandalosamente serio.
Hace cuatro semanas que estalló la bomba fétida del espionaje por parte de los “mortadelos” del CNI a los independentistas catalanes. El mal olor que exhalan las cloacas del Deep State comenzó a extenderse por la Carrera de San Jeronimo hasta llegar a Moncloa, los socialistas se taparon las narices intentando disimular aquellos aromas de cloaca que no les gustaban porque les dejaban con el culo al aire.
La no intransigencia es con los fascistas, al ser un supuesto servicio de inteligencia de ideología puramente franquista, sus investigaciones y su proceder tienen un sesgo ideológico concreto, cuando debería ser totalmente neutro e investigar a los que verdaderamente están en contra de la España Plurinacional, es decir, contra personas o grupos al servicio de otros países que atenten contra la población española.
La visión televisiva de la ministra de Defensa, Margarita Robles, tirando balones fuera en el Congreso de los Diputados en lugar de contar a los españoles de dónde sale toda la pestilencia que emanan las cloacas del Estado, y, especialmente, las que tienen su origen en el CNI, dependiente de su ministerio, me trajo a la memoria un poema de Mario Benedetti que, tal vez, alguno de los lectores haya escuchado en la voz de Nacha Guevara.
Durante la Dictadura franquista se acuñó un reclamo para hacer que los turistas extranjeros viniesen a España por el que se decía “España es diferente”. Mucho tiempo ha transcurrido desde entonces, pero parece que quienes nos gobiernan, aunque estamos en una mal llamada democracia, se empeñan en mantenerlo. Ciertamente España es diferente, mal que nos pese, no deja de ser un país de pandereta y castañuelas.
El Art. 1 de la ley 11/2002, reguladora del Centro Nacional del Inteligencia (CNI), establece que “es un organismo público responsable de facilitar al Presidente del Gobierno y al Gobierno de la Nación las informaciones, análisis, estudios y propuestas que permitan prevenir y evitar cualquier peligro, amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de derecho y sus instituciones”.
La comisión no se tiene en pie. Es una forma de perseguir al disidente o a quien pueda dar información que desestabilice al Gobierno, cuente sus corruptelas o denuncie las cloacas del Estado porque, como las meigas, ‘haberlas, haylas’.
“La verdadera tragedia de los pueblos no consiste en el grito de un gobierno autoritario, sino en el silencio de la gente”, Esta reflexión de Martin Luther King refleja perfectamente los dos riesgos a los que en estos momentos se está enfrentado la sociedad española.
Con alharacas y redobles de tambor nuestros gobernantes han decidido aprobar el Ingreso Mínimo Vital (IVM) con el cual piensan resolver el terrible problema económico que tenemos después de la pandemia.
Hay silencios que hablan y silencios que explican situaciones. Esa es la situación actual de nuestro presidente en funciones; calla ante el mayor robo de Europa (ERE); se esconde de las presiones de ERC; escapa de vacaciones ante la ofensa a los jubilados; desprecia a la ciudadanía; malmete contra “el último Borbón”, como dice Puigdemont; rechaza todo tipo de fiscalización y da cerrojazo a la información que precisa el contribuyente.
Ahora mismo, a la hora de sentarme delante del ordenador para escribir este artículo estoy sumido en un mar de dudas. Son diversos los temas que merecen mi atención: el debate de investidura de la semana próxima, el aniversario de los primeros pasos del hombre sobre la superficie lunar y las informaciones sobre la posible chapuza de los servicios de espionaje del gobierno español ante el atentado terrorista de hace dos veranos en las Ramblas de Barcelona.
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