En un mundo “atornillado” por los poderes fácticos transnacionales, el individuo, “nacido sin pedirlo y en un lugar no elegido”, comienza a querer comprender muchos “por qué”.
El más repetido y a la vez menos asumido es el “por qué nací”.
El más absorbente e incomprensible es el “por qué nací en este lugar”.
El más rechazado por oprimente es el “por que me obligan, si yo no pedí nacer ni nacionalidad”.
La duda, sabia herramienta de progreso, nunca regalará el dogma, pero sí la dignidad de elegir cualquiera de las “variantes”.
Nuestro mundo, composición de multitud de “babeles”, aglutina todo aquello, que siendo natural ha sido modificado genéticamente por el “poder global universal”.
Raza, mecano construible y desechable.
Tierra, acotada según “ratios”.
Dios, señor de mil caras reutilizadas.
Lengua, signo de poderío económico y cultural.
Vida y Muerte, polos de realidades naturales manipuladas.
Yo, tú, él, playmobil manejable y modificable.
Internet y Redes Sociales, nacidas para comunicar, ahora sometidas a la realidad global.
Religión, gruta de reflexión personal que no admite la duda.
Hoy, siglo XXI, ¿dónde nos encontramos?
Descolocado el individuo, la libertad ya no tiene sentido.
Descolocada la FE, sólo el pragmatismo interesa.
Descolocada la Vida y la Muerte, el individuo vaga, esperando el final de algo que no eligió.
“Atornillados”… ¿dónde encontrar la llave que nos libere?
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