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La buena leche

Los católicos celebramos ayer la fiesta de Pentecostés
Manuel Montes Cleries
domingo, 23 de mayo de 2021, 13:00 h (CET)

Virgen

En la misma se celebra la llegada del Espíritu Santo a los miembros de la Iglesia, refugiados y asustados tras la Ascensión de Jesús de Nazaret.


Si indagamos en los catecismos de nuestra infancia podemos conocer bastante mejor al Espíritu Santo. Nos explica como se hace presente en la humanidad a través de sus “dones”. Estos son los siguientes: don de sabiduría, don de entendimiento, don de consejo, don de fortaleza, don de ciencia, don de piedad y don de temor de Dios.


No todos podemos recibir el total de dichos dones. Apenas podemos aspirar a alguno de ellos. Pero si podemos conectar con facilidad con la influencia del Espíritu. Tan solo debemos parar la vorágine de nuestra vida y dejar penetrar nuestra mente por la “Buena leche”. Esa forma de razonar que nace de nuestros mejores pensamientos.


El mundo que nos rodea presta su mayor atención a los sentimientos contrarios a la concordia, la comprensión y el amor. Utilizamos todos nuestros recursos para medrar a costa de la superioridad o la opresión sobre el otro. La mayor parte de la sociedad disfruta dando culto a lo que nos separa y no a buscar aquello que nos acerca a los demás.


Para mí, la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas es una buena noticia. Es el inspirador del sentimiento que te ayuda a discernir entre lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo. En una palabra, es la puesta en vigor de la Buena leche que anida en el corazón de todos los seres humanos. El problema estriba en que nos preocupamos más en desechar las buenas ideas que en valorarlas y vivirlas.


Haced la prueba. Ante cualquier situación, ante cualquier noticia pararos a pensar que podéis aportar para solucionarlas; cómo podéis paliar sus consecuencias en vez de recrearnos en las mismas o magnificarlas. Poned en marcha vuestro pensamiento más positivo y no aceptéis sin más lo que nos intentan transmitir ladinamente.


Habréis conectado con la buena leche. Quizás no arregléis el mundo, pero os sentiréis felices con vosotros mismos. Habréis conectado con ese cordón umbilical que te siguió uniendo a tu madre mientras te estuvo amantando en su infancia. La mejor leche del mundo.

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