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​Falso optimismo ministerial y nubarrones negros sobre España

La dura realidad, el peor enemigo del intento del socialismo de ocultar los datos escalofriantes sobre la economía española
Miguel Massanet
jueves, 3 de junio de 2021, 14:06 h (CET)

Hasta los personajes que se podían considerar como más sensatos, más preparados, menos falsarios y más equilibrados del actual gobierno de España, no han podido evitar el caer en la política, made in señor Sánchez, de intentar ocultar al pueblo español lo que verdaderamente está sucediendo en nuestro país, la serie de situaciones preocupantes que se derivan de una actuación delirante, descontrolada, desorientada y fruto de lo que se puede considerar obsesión sicopática del señor Presidente, de intentar condicionar toda la política del gobierno en la tarea de conseguir que los votos que, actualmente, lo sostienen gracias a la mayoría de que disponen en las Cortes, principalmente la de los comunistas y separatistas catalanes y vascos,  no les fallen en aquellos momentos, como pudiera ser el actual, en que por mucho que la propaganda informativa, dirigida por el señor Iván Redondo, las continuas apariciones de los ministros de Transporte, Economía, Hacienda y la señora vicepresidenta del Gobierno, señora Carmen Calvo, para intentar justificar lo que es más que evidente que no tiene justificación alguna, como es el proyecto, parece que decidido, de que los condenados por sedición y por malversación de caudales públicos obtengan la gracia del indulto. Ante tamaña insensatez, la reacción de una gran mayoría de la ciudadanía española se muestra claramente contraria a que, aquellos que pretendieron descuartizar España separando Cataluña del resto de la nación, se puedan salir de rositas de aquel criminal intento.


No nos convence la señora Calviño cuando, de nuevo, por segunda vez en pocos meses, vuelve a aparecer en una entrevista en la COPE para mostrarse optimista ante la recuperación del país que, según ella, parece estar más que asegurada para un porvenir no muy lejano y, todo ello, siguiendo las pautas económicas, de gasto público, de aumento de impuestos, de encarecimiento de la energía, de incrementar las concesiones laborales, de dar más facultades a los sindicatos, de más intervencionismo estatal en la empresa privada de aquello que, subrepticiamente y de matute van metiendo a personal del partido en puestos claves de las empresas privadas, como un adelanto a lo que pudiera ser un nuevo intento de estatalizar la economía del país. Pero veamos algunos datos que no contribuyen ni mucho menos a este falso optimismo que intenta trasmitir nuestro actual gobierno socio-comunista.


Empecemos por nuestra DP y veamos que, en estos momentos, ha conseguido superar un nuevo récord, alcanzando la estratosférica cifra de 1,32 billones, con “b” de burro, de euros. Una cifra que supera el PIB en un 125%. Cuando un socialista de la categoría del expresidente, señor Felipe González, admite públicamente que: “Cuando todo está mal, aparece ahí un tío (Sánchez, por supuesto) y dice que todo está bien y que el futuro es cojonudo” entendemos que, saliendo de quien sale la advertencia, los españoles que no somos más que meros espectadores pasivos del devenir político de la nación, deberíamos empezar a poner nuestras barbas a remojar y prepararnos para lo peor. Cuando se nos anuncia que el turismo sigue en coma y que, el número de turista que visitaron España hasta el mes de abril, disminuyó en un 82,6% y lo que aún resulta más preocupante, que el gasto de estos visitantes disminuyó, a su vez, en un 83,3%.


Pero no nos detengamos aquí y veamos la información aparecida en la prensa diaria, en la que se nos habla de que: “El poder de compra de los salarios sufre su mayor caída en 45 años” y que la renta de los hogares españoles cae el 3,3%, francamente, no vemos por parte alguna los motivos de esta absurda satisfacción y optimismo de nuestros mandatarios que parece que más que darnos ánimos lo que intentan es que permanezcamos en la inopia hasta que llegue un momento en que les sea imposible seguir ocultando el desastre de su paso por el gobierno.


Pero, si añadimos que el 35% de las empresas tuvo pérdidas operativas en 2020 y que se cerraron 100.000 negocios y que, otros, siguen tambaleándose (Anuario del Mercado de Trabajo, de Adeco) es muy posible que nuestra inquietud se convierta en pánico. Y cuando, una empresa de análisis como es FUNCA, nos acaba de rematar nuestro pesimismo, advirtiendo de que las ayudas directas del Gobierno por valor de 7.000 millones de euros, parecen insuficientes para revertir esta tendencia; algunos podrían llegar a pensar que quienes gobiernan están tratándonos como a niños a los que no se les pueden explicar según qué tipo de informaciones.


Ahora, eso sí, cuando se trata de salvar la reputación de personajes de la II República, como es el caso del socialista señor Largo Caballero, ahí no le duelen prendas a nuestro presidente, el señor Pedro Sánchez, de protestar porque el Ayuntamiento de Madrid ordenó retirar la placa con el nombre del sindicalista conocido como “el Lenin español”, poniendo al socialista Largo Caballero “como ejemplo de cómo debe actuar la izquierda política, sindicalista y social”. Ignoramos si el señor Sánchez, experto en redactar trabajos de doctorado copiados de otros, en este caso se dejó guiar más por su intento de incordiar al Ayuntamiento madrileño que por atenerse a la realidad de alguien que, en un momento de su carrera política como socialista revolucionario, pensaba que deseaba una República “sin lucha de clases”, para lo cual no se le ocurrió mejor receta que utilizar un método bolchevique muy adecuado: “que desaparezca una clase”, un método, sin duda expeditivo de solucionar el problema. Pero todos ya saben cómo se las gasta este presidente al que el mentir, engañar, desdecirse y afirmar lo contrario de lo que dijo, a los pocos minutos, no es más que una de sus conocidas “cualidades personales.”


Pero siempre hay alguna circunstancia que no se pudo prever. En este caso el monumental lío que se ha producido con el reino de Marruecos. Nadie puede decir que Mohamed VI no sepa aprovechar las oportunidades que se le dan. No en vano ha conseguido convertirse en socio preferido de los EE. UU, situación que no parece haber cambiado con la llegada del señor Biden a la Casa Blanca. El señor Sánchez debió pensar que el monarca alauita se iba a conformar con una explicación superficial sobre la acogida del polisario Galí, cuya extraña y oculta situación en España ha sido el motivo que ha utilizado Marruecos para poner en un brete al gobierno español. Ahora ya no se conforman con que se haya reanudado el juicio por los cargos que se le imputan, sino que ha convertido en una cuestión de orgullo nacional marroquí el hacer tragar sapos a España y a su Gobierno. Y ¿ante una situación tan compleja cómo podemos pensar que esta nulidad que nos gobierna sepa estar a la altura de las circunstancias? Un contexto complicado que, de no tratarse con tiendo y habilidad, pudiera llegar a causar una confrontación no deseada, entre ambos países.


Por mucho que lo intente el señor presidente del gobierno, no va a poder conseguir que esta pifia en la que ha traducido su política catalana, de intentar solucionar mediante juegos de manos y artes mágicas un conflicto de la envergadura del propuesto por los independentistas, no lo va a conseguir porque, por una vez, él y su mano derecha el señor Redondo, han pisado el lodazal en el que se hunden los imprudentes, si no valoran con anticipación lo que puede suceder a consecuencia de sus actos.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, dentro del desconocimiento de lo que se cuece en el palacio de la Moncloa, no podemos menos de pensar que, de seguir por este camino, España corre peligro de convertirse en un país ingobernable. La frase de hoy se la debemos a Napoleón Bonaparte y dice así: “El que quiera hacer historia, primero que aprenda de ella”.

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