Guernica es un famoso experimento controlado de la aviación Nazi, acción consumada un 26 de abril de 1937, en el contexto de la célebre guerra civil española.
Tiene también su vertiente artística, un famoso cuadro de Pablo Picasso, pintado en París entre mayo y junio de 1937.
Lo que muchos cronistas e historiógrafos europeos ignoran, es que la teoría y tecnología en ese tiempo de entreguerras, tuvo un estudio de campo previo en la vasta planicie del Chaco Boreal, en una guerra que pocos libros de historia recuerdan.
La historia de aquella guerra es por supuesto omitida o tergiversada por la historia a gusto del trono, a pesar de sus servicios prestados a los bandos que se enfrentarían en la Segunda Guerra Mundial, cuya primera batalla se libraría en la legendaria Guerra Civil Española.
Entre 1932 y 1935, cientos de miles de paraguayos y bolivianos se mataron en un territorio Sudamericano conocido como Chaco Boreal -al decir de Teodoro Dreiser- solo para decidir si Rockefeller o Deterding se quedaban con el subsuelo del Chaco. Pero estas revelaciones, aunque se trate de un guionista de estrellas de Hollywood, son poco relevantes si consideramos que el establishment ignoró lo que el mismo Senador Huey Long expresó en el Senado de Washington, en mayo de 1934.
La guerra del Chaco estaba fuera del radar de los periódicos a mediados de la década de la Gran Depresión y del auge Nazi Fascista. Pero se encontraba, sin duda, bajo la lupa de los Señores de la Guerra que entonces empezaban a descubrir el poder letal y destructivo de los aeroplanos. Entre el 9 y el 29 de septiembre, Potez 25 paraguayos, escoltados por aviones de combate Wibault 73, efectuaron 12 ataques de bombardeo sobre los bolivianos en Boquerón. Los paraguayos también utilizaron sus bombarderos Potez 25, equipados con radios, como concentradores de artillería para sus cañones Schneider de 75 mm.
Aunque ambas fuerzas aéreas habían volado misiones de reconocimiento y de apoyo aéreo cercano durante la campaña de Boquerón, el primer enfrentamiento de aire-aire debió de ocurrir según estas versiones:
Según la historiografía boliviana, el primer combate aéreo del continente americano entre naciones beligerantes, ocurrió el 4 de diciembre de 1932. El vencedor de éste combate fue el piloto del bando boliviano Rafael Pabón, quien se valió de la superior velocidad y maniobrabilidad de un Vickers inglés, derribando a la aeronave paraguaya opositora (un Potez) bajo el comando de Trifón Benítez Vera. La velocidad de la aeronave inglesa bajo bandera boliviana era en decenas de kilómetros por hora superior a la paraguaya, y su maniobrabilidad le proporcionaba una enorme ventaja ante un obsoleto caza francés que muchos paraguayos definían como un ataúd volador. La historia desmiente a quienes pretenden defender una supuesta superioridad aérea paraguaya, pues la guerra que duró tres años llevaba apenas semanas de iniciarse.
Según algunos historiógrafos paraguayos, la primera batalla aérea en los cielos americanos ocurrió en realidad el 28 de septiembre de 1932 cuando un Potez 25 paraguayo se enfrentó a un Vickers Vespa boliviano, superior en velocidad y maniobrabilidad. El piloto paraguayo, el Teniente Emilio Rocholl, fue herido pero pudo regresar con su aeronave junto al tripulante Román García.
Tanto en la versión paraguaya como boliviana, se describe un combate desigual en lo que se refiere a la agilidad y velocidad de aeronaves. Tanto el Vickers como el Vespa boliviano eran superiores a los obsoletos féretros volantes pilotados por los paraguayos. Cualquier neófito en aviación puede esclarecer hoy en día que Bolivia había iniciado la Guerra del Chaco con una aviación de mucho mayor potencial.
Pero todavía hay una versión más, que supera a las expuestas. Los primeros combates aéreos internacionales en Sudamérica se dieron en la Guerra del Chaco, es verdad, pero los primeros combates aéreos del Continente se dieron en una guerra civil que enfrentó a dos facciones de un partido gobernante en Paraguay.
El primer combate aéreo en Sudamérica, con precisión literal, no ocurrió en la guerra del Chaco, se realizó en la región Oriental del Paraguay, durante la Revolución de 1922, en la que se enfrentaron los partidarios del ex presidente Eduardo Schaerer y los adherentes de Manuel Gondra y José Patricio Guggiari. Sucedió un 5 de noviembre de 1922, entre dos aparatos italianos SVA 5, que se ametrallaron entre sí. Un avión rebelde arrojó bombas sobre Salitre Cuè, saliendo a su encuentro el piloto inglés Patrick Hassett, que lo hizo huir. Eran los buenos tiempos del imperialismo anglo-argentino en Paraguay.
Poco tiempo transcurrió luego de finalizada la guerra del Chaco en 1935, para que un primo del Barón Rojo pruebe en los cielos de España el poder destructivo de quienes observaban a lo lejos. Después de todo, Bolivia había estado por dos años de guerra bajo el mando del alemán Hans Kundt, y había contado durante su preparación de preguerra con el concurso del mismo Ernst Rohm, creador de las SA.
En la guerra civil española se inauguró la técnica de los bombardeos consagrados en la Segunda Guerra Mundial. Tras arrojar las bombas pesadas, los cazas debían acudir para obligar a los habitantes de una ciudad a permanecer en el perímetro ametrallando y lanzando explosivos livianos. Luego se debía barrer en bombardeos sucesivos a gran escala, desde los cuatros puntos cardinales, toda la ciudad hasta verla arder masivamente. Era prioritario mantener a los habitantes en el perímetro de fuego de la localidad.
Aquellos que no hubiesen muerto ametrallados o por las deflagraciones, deberían morir calcinados o asfixiados, en caso de no perder la vida bajo los escombros.
Los conocimientos del enemigo, como sucede en forma recurrente, fueron también aplicados por los aliados puntillosamente. Del Chaco a Guernica, a pesar del poco lapso, la historia había realizado un largo recorrido aéreo.
Es que como dice un célebre pensador contemporáneo, cuando se trata de aviones el tiempo pasa volando.
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