La novela ofrece una amplia diversidad de tramas que se van sucediendo en el laberinto de una Barcelona sorprendente, reinventada, que lleva al lector a vivir como prestamista espantado.
"Solo en el gozo de la creación lingüística se hace del caos un mundo". Karl Kraus. Dos cabalgan juntos para hacer frente a un asesinato con ritual. Estamos en el principio de una novela policiaca en la que, como en miles de historias dentro de la trama de la novela negra, aparece un cadáver. No resulta extraño, en el paraíso o el infierno, sede de todos los mundo que puede crear el ser humano. Especialmente cuando ha llegado a un alto estado de deshumanización. Es lo clásico, pero lo importante es cómo se cuenta la historia.
Marc Pastor ha sido traducido del catalán al español en una buena versión de Marta Alcaraz, esta excelente historia. “Las dos tenían unas alas de ángel tatuadas en la espalda. El mismo par de alas (...) Y un poco de información errónea para confundir a quien quiera rastrear las fuentes del periodista. Por eso lo hemos bautizado como el caso Ángeles”.
Caso Ángeles. Un segundo asesinato ritual de dos adolescentes. Pero la novela, junto a este acto criminal y espeluznante, ofrece una amplia diversidad de tramas que se van sucediendo en el laberinto de una Barcelona sorprendente, reinventada que lleva al lector a vivir como prestamista espantado. Siempre espectador de todos esos mundos de lo imposible, que la maestría del autor nos hace aceptar todas las irrealidades de la ficción que pueden terminar en un puro realismo mágico con el que la ciudad ha logrado su soñada independencia.
Tenemos que aceptar que la historia de historias es compleja, que el lector puede sentirse descolocado al principio de la narración, Pero el cuerpo de la obra termina por llevarnos a zambullirnos en el mundo de los seres humanos prisioneros de sus propios “pecados”. Esto influye mínimamente en el caso criminal y agradezco que sea así. Aunque me parece interesante la ironía de Pastor. Darle más importancia habría ensombrecido demasiado el aspecto criminal.
Lo mismo sucede con las tramas secundarias en relación a los medios de comunicación, lleno de trasuntos de personalidades reales. Un elemento más, que añade valor pero no quita protagonismo a otras tramas. Pero está claro que más pronto que tarde, el campo de la ficción dará buena cuenta de todo lo sucedido en Catalunya en 2017. Igual lo que la realidad no logra hacernos entender, que toda ficción nos lleva a convertirse en pura realidad en un sociedad en la que nos vienen obligando a vivir. Como repetición de una comedia humana, muy lejos de aquella de Balzac.
En esta sociedad donde la sospecha sobre la veracidad informativa de los medios de comunicación se han convertido en una interrogante que diariamente nos viene desinformando de la realidad. Y el deseo de conocer lo que derecho ciudadano nos corresponde con la sospecha de una información dirigida por fuertes intereses políticos y del poder del dinero, que no pueden pasar desapercibidos en la historia en que el autor nos ha metido. Y ello, inevitablemente, me lleva a recordar con nostalgia al inolvidable Juan Marsé y su Cataluña desnuda y a recordar La antorcha de Karl Kraus, ese mágico de la escritura que se adelantó a su tiempo y al fantasma que volaría sobre nuestra cabezas. Pues el capitalismo feroz ha triunfado. Somos gusanientos de un sainete.
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