Estamos perdidos si pensamos que hacer la paz es solo mantenerse al margen de cualquier conflicto bélico. La paz es mucho más que una postura. La paz es una forma de vida, una utopía que merece ser buscada, es filosofía que inspira todo.
La paz no se hace de la noche a la mañana, a veces se decreta como una formalidad, pero, siempre, la paz se construye. Eso, implica una gran diferencia. Pensar, dialogar y trabajar en torno a todo esto es lo que constituye la cultura de paz.
Llegará este punto de que la cultura de paz y sus implicaciones sean visibles ha costado sangre, sudor y lágrimas a miles, quizá millones de seres humanos en todo el planeta.
“Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica yo sugerí la mejor de todas: La paz”. Albert Einstein
A nivel internacional “la construcción de una cultura de paz y desarrollo sostenible es uno de los objetivos principales del mandato de la UNESCO. La formación y la investigación para el desarrollo sostenible están entre sus prioridades, así como la educación para los derechos humanos, las competencias en materia de relaciones pacíficas, la buena gobernanza, la memoria del Holocausto, la prevención de conflictos y la consolidación de la paz” (es.unesco.org).
Desde 1945 la humanidad se ha volcado como nunca para tratar de hacer realidad el sueño de la paz mundial, sin embargo, esto no ha sido posible por las intrincadas redes de intereses y corrupción que priorizan el enriquecimiento, el poder y el saqueo por encima de las personas. Frente a ese panorama pareciera que las personas comunes y corrientes poco tenemos por hacer.
Estamos equivocados si aceptamos esa postura que nos empuja a un fatídico tobogán sin retorno. La paz se construye en el día con día, y eso se hace desde el ámbito personal, en nuestro entorno más cercano y con conductas y decisiones que parecieran no tienen una repercusión mayor. Sin embargo, mucho tiene que ver el empeño individual para que globalmente giremos hacia contextos más humanos.
“O caminamos todos juntos hacia la paz, o nunca la encontraremos”. Benjamin Franklin
Trabajar a favor de condiciones más justas, por situaciones de educación permanente, por sociedades centradas en el saber, en la convivencia humana y el intercambio intergeneracional son sólo algunas de las premisas que pueden orientarnos a una mejor sociedad local, y por supuesto, internacional.
Construyamos la paz en todo lo que hacemos, con una actitud crítica, reflexiva, honesta y de aceptación. Aportemos nuestro grano de arena que sumado a millones creará una avalancha que no permita dar marcha atrás a contextos que hemos superado y a otros que impiden nuestros procesos de convivencia pacífica.
El mundo está viviendo actualmente amenazas que se consideraban superadas, la crisis sanitaria provocada por el covid-19 sólo vino a evidenciar los alfileres con los que se encuentra sujeta eso que llamamos “normalidad”, pero que en realidad es “fragilidad”. El coronavirus vino a dar la estocada a millones que vivían el día con día sin nada en el bolsillo y sin nada en el estómago.
Construir la paz es urgente, es el único camino que nos queda si queremos seguir existiendo sobre la faz de la Tierra. Construir la paz desde el aquí y ahora es nuestra misión, es lo que nos queda, y es la luz que alumbra el camino de aparente perdición.
No hay de otra. Nunca ha habido de otra. Es ahora mismo. No hay más.
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