Nos están obligando a tomar decisiones maniqueas a cada momento aquellos que por su cargo, sus conocimientos o su empeño en enrevesar las cosas, se han empeñado en amargarnos la vida. La experiencia vivida durante el estado de pandemia ha sido un indicio claro del empeño en pontificar las propias decisiones y en crucificar a las contrarias. Mascarillas si, mascarillas no; exigencia en la vacunación masiva e inmediata o negacionismo absoluto aduciendo torcidas intenciones; bares y restaurantes abiertos o cerrados; toque de queda o cachondeo hasta altas horas.
En las reuniones familiares propias del verano, se cruzan teorías catastrofistas con aquellas que quitan hierro al asunto. Todas basadas en informaciones “científicas y perfectamente documentadas”. Y no se trata de ignorantes del tema, sino de preclaros miembros de la comunidad sanitaria. Unos dicen que la cosa va mucho mejor. Otros, especialmente los que leen las frías estadísticas que nos llegan, hoy concretamente, a través de la prensa local de Málaga: Contagios 1438, Muertes 3, Hospitalizados 240, UCI 40. Brutales incrementos.
Los optimistas aducen que son jóvenes en su mayoría. Que pasan la enfermedad como una especia de gripe. Que se lo digan a las tres personas que han fallecido hoy en nuestra provincia. Creo que no debemos bajar la guardia, pero también creo que debemos alegrarnos de la gran ventaja que tenemos aquellos que hemos recibido la vacuna. Nuestras circunstancias ante la pandemia han mejorado ostensiblemente.
Otra evidencia clara de dicotomía la encontramos en la propaganda política. El presidente del gobierno se cree que es el padrecito o la madre de todos nosotros. “He salvado la vida a 450.000 españoles”; “En unos días habré vacunado a la mitad de la población”, etc. Por otra parte se le acusa de todas las muertes producidas por la pandemia. (Que por cierto, nunca sabremos cuántas han acontecido).
La dicotomía se ha adueñado de nosotros. De izquierdas o de derechas; machista o feminista, del Barça o del Madrid, de carne o de pescado, progresista o reaccionario, fascista o rojo, etc., etc. Lo último que he escuchado esta mañana ha sido una brillante declaración de alguna “miembra” del gobierno. “Ya está bien de hablar de la patria. Tenemos que definirla como MATRIA. Ole sus perendengues. Viva la patria o viva la “matria”. A cambiar el letrero de los cuarteles de la Guardia Civil.
Mi buena noticia de hoy es que nada es absoluto. No solo existe lo blanco o lo negro. Que mejoramos suficientemente en la lucha contra la pandemia y que un montón de científicos se han devanado los sesos y han conseguido descubrir unas vacunas en un tiempo record. Lo que ha salvado la vida de muchos de nosotros. Como siempre, son unos seres anónimos que no se ponen medallas. Las han acaparado todas los que salen en los telediarios.
Me parece que debemos abandonar las vías paralelas o divergentes. Busquemos el camino común.
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