Cuando visité Casablanca a principios del año 2014 y entrevisté al connotado líder del Partido por el Progreso y el Socialismo de Marruecos, Moulay Ismail Alaoui, me reveló un curioso detalle de la controversia en torno al Sahara Occidental.
Aunque la idea generalizada en buena parte del mundo es que toda la izquierda respalda las intenciones del Frente Polisario de independizar ese territorio, Moulay Ismail me esclareció esa falsa idea. En realidad, el Partido Comunista de Marruecos y todo el espectro de la izquierda de su país lejos están de apoyar las pretensiones separatistas.
Uno de los más importantes líderes históricos del Partido Comunista marroquí, Ali Yata, incluso había dejado su testimonio en un libro titulado “El Sahara Occidental Marroquí” defendiendo la marroquinidad del territorio disputado.
Alí Yata había sido el principal responsable del surgimiento del comunismo como fuerza política en Marruecos. Oficialmente, el partido se había creado el 13 de noviembre de 1943, siendo su primer secretario General León Sultán y Michel Mazzella secretario de organización. En verdad, la presencia comunista en Marruecos era más antigua, dado que el partido comunista francés se había introducido una década antes a través de un comité regional.
La marroquinización del partido se produce en 1945, cuando Yata asume el liderazgo y se une a las agrupaciones que reclaman la independencia. Como es de esperar, la agrupación sufre varias veces la disolución y en 1968 reaparece como Partido de Liberación y del Socialismo, para nuevamente ser disuelto poco tiempo después.
Precisamente la cuestión del Sáhara da oportunidad a los comunistas marroquíes de volver a emerger de las catacumbas en 1975, ahora bajo el nombre de Partido del Progreso y el Socialismo, denominación que conserva hasta el día de hoy. La dirigencia de este partido conserva inalterable la reivindicación de que el Sáhara es marroquí, mientras la izquierda española hece un brusco giro.
Al respecto, Alí Yata señaló “el aislamiento entre los comunistas marroquíes y españoles, por completo injustificado”. Menos de dos décadas antes, el 20 de febrero de 1961, los comunistas españoles habían elaborado una declaración que especificaba que “los Peñones, Ifni, Saquiet el Hamra y Río de Oro” eran legítimamente marroquíes y llamaban “a todos los españoles y en especial a la juventud, a exigir la evacuación de las tropas españolas que se encuentran aún sobre territorio marroquí y la reintegración a Marruecos de todos los territorios que, geográfica e históricamente, le pertenecen”.
A pesar de las persecuciones externas y escisiones internas, los líderes comunistas marroquíes se han mantenido siempre en el mismo posicionamiento que expresara Alí Yata cuando sobre la cuestión opinaba en los setenta que «El Gobierno español continúa la política colonial franquista de crear un Estado fantoche en el Sahara occidental, partiendo de una pretendida autodeterminación de los saharauis, y Argelia, que con su apoyo al Polisario favorece la implantación imperialista en el Magreb».
Yata consideraba que los polisarios eran antiguos izquierdosos marroquíes y mauritanos, que seguían con el mismo objetivo del Estado franquista de crear una entidad estatal partiendo de la nada, más sobre la base de consideraciones tribales y secesionistas que por verdadera oposición ideológica al régimen marroquí.
La iniciativa era funcional a Argelia, obviamente. Y aunque Yata reconocía el intento del pueblo argelino de conseguir una sociedad “independiente, desarrollada, democrática, y antiimperialista», afirmaba que las relaciones comerciales y económicas de Argel con Occidente y sus deudas financieras, la convertían también en dependiente del mercado capitalista internacional”.
Ha pasado suficiente tiempo para urdir un experimento controlado en torno al problema del Sáhara, que ha terminado dando la razón a Yata. El reciente acercamiento entre Cuba y Estados Unidos ha terminado por convertir al conflicto del Sahara en un triste resabio de la guerra fría.
Para la izquierda mundial, ha llegado la hora de escuchar la voz de la injustamente silenciada izquierda marroquí sobre el longevo problema del Sáhara Occidental.
|