‘Serpiente de verano’, según el diccionario y en relación con la palabra serpiente, que define al ofidio que se arrastra con piel de colores y una epidermis que muda por completo, es una información, generalmente sin fundamento, que se difunde en verano, cuando hay pocas noticias. Los tres, Afganistán, Pedro Sánchez e Íñigo Errejón, pueden cambiar de color y arrastrarse, pero no son serpientes de verano: Afganistán es un país asiático mayor en extensión que España (655.230 km2 frente a 505.944), menos poblado (35.688.822 hab. frente a 47.329.981), y más pobre (PIB de 21.074 millones dólares frente a 1,46 billones y con renta per cápita 53,46 veces menor: 577 dólares frente a los 30.847 españoles). Sánchez es el presidente de Gobierno que toma el sol en La Mareta, un regalo al rey Juan Carlos de Hussein I de Jordania. Y Errejón es un diputado español.
Los tres, Afganistán, Sánchez y Errejón, son noticia. Cada una puede publicarse pero no para distraer la atención como áspides que culebrean en agosto. Por eso, conviene fijarse en ellos. Hagámoslo:
Afganistán, libre de la tutela USA, gendarme que hasta anteayer imponía dictados en el mundo, muestra una realidad universal en la aldea global que nos ampara, y expone, a todos. En un equilibrio interno y externo que habrán de buscar. Entre los Señores de la Guerra que pululan junto al opio. Atentos a los intereses que tienen relevancia, a las potencias internacionales pendientes de lo que ocurra allí; y a una forma de estar y vivir en la que solo ellos cuentan. La Organización de Naciones Unidas (ONU), como organización para la Paz y Seguridad internacionales, puede ayudar. Pueden hacer lo mismo USA, China, India, Rusia, Unión Europea, el resto de las potencias mundiales y todas las alianzas para la defensa. Pero Afganistán es hoy un país con estructuras muy débiles que ha de superar las contrariedades actuales: Conflicto religioso, Guerra Civil, Discriminación femenina, Talibanes, Pobreza, falta de Libertad. Y miedo. Son el problema afgano. Merece atención y ayuda, armonizada entre todos, pero sin los intereses que generan conflictos. Como mucho, sólo bajo el patrocinio de la ONU. Vista desde esa óptica, la situación afgana es una muestra de la realidad en la aldea global que empezaba a apuntar hace unas décadas, no muchas, y que ahora hay que tener en cuenta. Sin zarandajas ni culebreos estivales.
Pedro Sánchez es noticia, principalmente, por su forma de hacer. Puede que ésta sea consecuencia de una forma de ser, la suya, que por respeto al cargo que ocupa (presidente del Gobierno de España) dejaremos sin mirar para fijarnos en lo que despunta: Incoherencia, fullería, trapisonda o engañifa. Repasemos lo que, casi, vimos ayer, escondido por la tele: Sánchez, de vacaciones, ponía su piel al sol en Lanzarote, en La Mareta que regaló Hussein I de Jordania al rey Juan Carlos. Su mansión y vida veraniegas son reales. Pero, la noticia estaba en Afganistán: Talibanes en el poder poniendo en riesgo la salida del país. Joe Biden, Ángela Merkel, Emmanuel Macron, Vladimir Putin, Boris Johnson, todos se ocuparon de ello. Pero Pedro Sánchez no: es su forma de hacer. Por eso repararon el entuerto tratando de recomponer la imagen presidencial. Sin Iván Redondo, alguien tuvo la idea: En rol presidencial, trajeado en la tele. Con Fotonoticia dada por la Presidencia del Gobierno y en un sillón tras una mesa, la nota: “El presidente del Gobierno sigue en directo el operativo español de evacuación de Afganistán”. Se lanzó a los cuatro vientos. Pero con gazapo. Un error que no perjudicó a Lanzarote, La Mareta ni al alojamiento. Pero que ridiculizó al presidente del gobierno, corriendo por internet hasta desembocar en ABC. Punzante, con antetítulo ingenioso bajo unas fotos “Sánchez, ante la Crisis de Afganistán. Alta política en alpargatas”. Y es que quien decía preocuparse por la evacuación, lo hacía trajeado pero calzando esparteñas. Foto general, otra más precisa, y, como detalle, unas alpargatas. No es una serpiente de verano. Es, enroscada, la comprobación de la forma de hacer de Pedro Sánchez.
Íñigo Errejón, por su parte, es también noticia. Candente y adversa por su implicación en un asunto judicial: Una patada (supuesta) a un anciano que tuvo la osadía de pretender un autógrafo. Patada, tantarantán o coz, en todos los casos supuestos, sobre la que habrá de entender el juzgado previsto en la Ley. Con los resultados que la lesión merezca y que el Código Penal prevea. También, con los efectos para un diputado español que, inexorablemente, ha unido su futuro político a una patada. Son las noticias principales de hoy. Cada una se ocupa de algo que interesa. Porque importan, referidas a Afganistán, Pedro Sánchez e Íñigo Errejón no son serpientes de verano.
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