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Odio, ministra, pilar, alegría y continente

Ha mostrado pericia para enmendar la plana a Celaá. Dice querer evitar la confrontación, para lograr el Pacto nacional de Estado que cree necesario. Para conseguirlo, tiene las cualidades que van en su nombre y apellidos
José Luis Heras Celemín
miércoles, 8 de septiembre de 2021, 08:58 h (CET)

Al comienzo del curso escolar, unas opiniones de la nueva ministra de Educación mostraban el cambio: Pilar Alegría no es Isabel Celaá. En declaraciones a El País, a final de agosto, mostró otro tono. Sin sandeces, transcrito por Ignacio Zafra y Ana Torres, dijo: “Debemos dejar de hablar de la educación a golpe de titular… es una cuestión de Estado… tenemos que reducir los decibelios del debate”. El Heraldo de Aragón, en esa fecha y con firmas de Mendive y Fuentes, repetía: “Quiero dar pasos para lograr un Pacto de Estado por la Educación en España”. “Un objetivo general que me planteo es que entendamos la educación como una cuestión de Estado. Y eso significa que retomemos el diálogo de una manera más seria y sosegada. Es importante que cuando se hable de educación y de enseñanza huyamos de titulares de confrontación y volvamos a bajar los decibelios”.


Huir, confrontación. Lo apuntó, que no es poco, pero no entró en el odio que amenaza a educadores y educandos. Porque es peligroso, repasemos conceptos: “Odio, antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea”, dice el diccionario. “Serán castigados quienes públicamente fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio… por motivos racistas, antisemitas o otros referentes a la ideología, religión o creencias”, Código Penal (Art. 510)


Pilar Alegría Continente es la ministra de Educación y Formación Profesional de España. Fue diputada en el Congreso de los Diputados, en las X y XI legislaturas, e hizo lo que se entendió como un continente aragonés frente a la gresca en el PSOE, a cuenta del lío que montó Pedro Sánchez en la Secretaría General. Sánchez brujuleaba entonces, especialmente en las autonomías. 


En Aragón, el hombre fuerte y Presidente del Gobierno era Javier Lambán, ex Presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza y ex alcalde de Ejea de los Caballeros: un político curtido que apoyó a su tocayo Fernández, presidente del Principado de Asturias y de la Comisión Gestora tras el revés Sánchez. 


Lambán, autoridad máxima entonces y hoy en Aragón, promocionaba a dos mujeres: Susana Sumelzo y Pilar Alegría. En el cisco socialista, ambas apostaron su futuro junto a Sánchez. Con alegría ambas, pero más continente Pilar que una Sumelzo contenida por los rumores que llegaron hasta la Carrera de San Jerónimo, sobre licitaciones y adjudicaciones unidas a su apellido. Rumores que aún hoy tienen poso; y efectos. Como consecuencia, las dos hicieron lo mismo: un ojo en Lambán y sus intenciones, y otro en Sánchez el promotor o freno de carreras y futuros.


Ahora, Sumelzo, abogada de profesión, anda por la política autonómica y local, sin el estorbo de una ’compañera’ aparcada en el Consejo de Ministros. Libre para sustituir a Lambán, si se éste no sigue como presidente aragonés.


Alegría, por su parte, debe ocuparse de su ministerio. Ha mostrado, ya, pericia para enmendar la plana a Celaá. Dice querer evitar la confrontación, para lograr el Pacto nacional de Estado que cree necesario. Para conseguirlo, tiene las cualidades que van en su nombre y apellidos: Pilar, elemento vertical macizo que sirve de soporte a una construcción. Alegría, sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con signos exteriores. Y continente, dicho de una persona: que posee y practica la virtud de la continencia.


La actual responsable de la Educación, ha mostrado capacidad como continente en Aragón, en el Congreso de los Diputados y en el PSOE. Ahora pretende evitar la confrontación. Lo apuntó, que no es poco, pero no entró en el odio que amenaza en la educación a educadores y educandos. Pero conviene que lo haga. Hace años que, con Rodríguez Zapatero, en la izquierda socialista apareció algo peligroso: Cambiar la concordia que propició la Transición por otra cosa. 


Como resultado, la Ley 52/2007, de Memoria Histórica de España, con buenas intenciones (parece) pero con resultados discutibles. En ella se reconocen y ampliar derechos; y se establecen medidas a favor de los que padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la dictadura. Tras ella, ahora, con la izquierda PSOE-UP gobernando, esta pendiente de tramite y aprobación la proposición de ley 122//000021, de la Memoria Histórica y Democrática, presentada por el PSOE y publicada en el BOE de 31 de Enero 2021; en ésta, sin entrar contenidos, hay algo alarmante: 


1.- La Exposición de motivos, textualmente, dice: “España debe revalidar su apoyo a los valores democráticos, lo que significa… desterrar definitivamente de nuestra sociedad el franquismo y todo lo que representó, como símbolo más contundente de la negación de estos valores”. 

2.- El articulo 7, Medidas en materia de educación y género, ordena “El sistema educativo español incluirá entre sus fines el conocimiento de la memoria histórica y democrática española”.


Es historia que el franquismo que se pretende erradicar propició el paso dictadura-democracia. Por otra parte, si el sistema educativo español debe propiciar el conocimiento de la memoria histórica y democrática, que se pretende, no parece lógico borrar nada de una historia que sólo es historia, sin adjetivos. 


Al ocuparse del odio, el Código Penal vigente se ocupa de motivos referentes a la ideología sin especificar cuál. Por eso, parece oportuno esperar que la ministra de Educación haga honor a su apellido segundo, continente, para lograr un pacto nacional para la Educación; y para contener proposiciones de Ley y sentimientos que, conviene creer, no son odio aunque puedan estar próximos al revoltijo Odio, ministra, pilar, alegría y continente.

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