La diferencia entre honestidad e hipocresía queda reflejada en ciertos personajes y antiguos líderes, aquellas promesas electorales como: «estaré siempre con vosotros», eran esputos de políticos sin escrúpulos. Pero el cinismo de sus partidos políticos es aún mayor sabiendo que utilizaron su permanencia en el poder en beneficio propio y llevarlos a convenciones o congresos como ejemplo a seguir, y sus seguidores callan, votando bien según un Nóbel defraudador, o como dice una iglesia tan cercana a esos partidos: «como dios manda».
Esto no es nuevo, lo dijo Marco Tulio Cicerón (-106 - 43 a.n.e.) hace más de dos mil años: «la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio», o la sentencia de Demócrito (- 460 a.n.e.) al decir: «todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de burla».
Está ocurriendo en España, unos políticos se enriquecen, otros dan ejemplo de honestidad volviendo al origen de donde salieron.
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