Los consumidores estamos sufriendo una de las crisis económicas más fuertes de los últimos tiempos, siendo la energía primigenia la causante de nuestros quebraderos de cabeza. No solo el petróleo se encuentra a precios desorbitados, sino que la electricidad esta cada vez más cara y amenaza también con subir el precio del gas. Mientras lo padecen los consumidores de a pie -es decir todos los españoles- las autoridades en la materia se cruzan de brazos y pasan olímpicamente de los problemas que puedan tener sus conciudadanos. Pero los incrementos energéticos han llegado ya a los sectores productivos tanto en el sector terciario como en el secundario y no tardará en incluirse el primario.
El tercer sector -servicios-, sufre unos incrementos realmente fuertes. Si añadimos el efecto pandemia, aún resulta más doloroso. Nuestra primera empresa nacional Turismo s.a., sufre de forma continuada los efectos nocivos de la subida de las tarifas eléctricas. El sector secundario -industria-, ha comenzado a padecer las fuertes subidas de las fuentes de energía, provocando en algunos casos las paradas en determinadas horas de la actividad a través de los ERTE, que son verdaderamente un problema muy duro para la quebrada economía nacional.
Llegando al sector primario -agricultura, ganadería y pesca-, comprobamos que los precios del combustible hacen que los costes de producción sean elevados, eso sí, a la hora de recoger beneficios, los precios en el campo son de risa, además de tener que competir con los que se traen de otros países, que no son de nuestro entorno europeo y que se llevan la tajada, por ofertar precios por debajo de los costes reales de producción.
¿Para qué tenemos recursos energéticos naturales como el sol o el viento? ¿Por qué no utilizar la fuerza de las mareas para producir energía? ¿Y los denostados pantanos que tanta luz nos pueden proporcionar con los saltos de agua? Bueno quizás como se hicieron en época dictatorial, no se usan por que forman parte de la “memoria histórica”, pero ahí los tenemos sin aprovechar. ¿Qué ocurre con las centrales nucleares? ¿Y con el carbón? Es decir, tenemos soluciones diversas para poder salir adelante pero no las usamos. ¿A que oscuros intereses responde?
No todas las respuestas están en subir impuestos, como los nuevos peajes de las autovías, o las nuevas normas del duro impuesto de sociedades o los proyectos de viviendas, que ya veremos en que terminan. Con las nuevas tasas impositivas, estamos creando nuevas crisis, por ejemplo en el sector de los transportes. Hay que recordar, que toda mercancía sufre un proceso de llevarla de un lugar a otro, con lo cual se debe favorecer al sector ya que resulta fundamental.
Por culpa de la “pandemia inoculada”, hemos tenido que transformar nuestros hábitos de compra haciéndolo a través de la red internet, que nos facilita la adquisición de productos y servicios que necesitan de los vehículos para que nos lleguen hasta nuestros domicilios. Si se colocan gravámenes impositivos a la libre circulación de las mercancías, estaremos provocando una subida de los precios, con la cual la inflación será mayor y por tanto las ventas volverán a resentirse.
Pensemos bien que podemos hacer ante esta nueva crisis energética que nos está afectando. La solución no pasa por “defenestrar” a ningún gobernante, solo habría que cambiarlo, porque con lo que tenemos actualmente vamos a la deriva total, ya que las ayudas no siempre llegan a los sectores más necesitados y la pobreza sigue siendo una lacra en el primer mundo.
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