En el Reino Unido hay una fecha en la cual en cada uno de sus 650 distritos hay decenas de parques donde se hacen hogueras o fuegos artificiales. Esta noche no es el 31 de diciembre ni ninguno de los festejos por año nuevo de cualquiera de sus numerosas minorías. Esta se da para conmemorar al 5 de noviembre de 1605 cuando se abortó un golpe para quemar el parlamento y restaurar a un rey católico. Su líder fue Guido Faukes, un inglés quien sirvió en el ejército español. Él y sus allegados fueron despiadadamente torturados y condenados.
A millones de niños se les lleva a entretenerse con esas luces en el cielo, la cual se da 5 días después de Halloween (otra fiesta macabra y que tiene su origen en la matanza de mujeres independientes acusadas por ello de ser brujas).
Las celebraciones del 5 de noviembre se impusieron sobre los ritos paganos del ‘Samhein’ y buscando popularizar el rechazo a lo católico e hispánico, algo que aún persiste en los intentos oficiales de menospreciar a Iberoamérica en el Reino Unido.
Desde que en 1543 Enrique VIII rompió con Roma para poder divorciarse de su esposa española y crear la Iglesia de Inglaterra, ésta se fue consolidando hostilizando a los católicos a quienes se les vetaba acceder a profesiones importantes o a ser soldados, y a quienes solo se les dio el derecho a votar después de que se aboliese la esclavitud.
Con el tiempo este anti-papismo se ha amenguado. Elizabeth II anunció que se levantaba el veto para que un católico pudiese desposarse con un o una monarca de su país, así como que en la nueva línea de sucesión al trono no se ponga como última opción a una mujer.
Si bien estos cambios han sido saludados como un símbolo de “modernización”, también han revelado al mundo un lado poco conocido de la democracia británica que se precia de ser la más antigua del mundo, pero donde nunca su población ha elegido a su jefe de Estado o Cámara Alta.
Mientras los reyes católicos, budistas o musulmanes se someten a la autoridad de sus líderes religiosos, la británica es la única del mundo donde ésta es, al mismo tiempo, la cabeza de su iglesia oficial (y pertenecer a ella es un requisito para poder aspirar al trono).
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