Desde que comenzara la pandemia se ha producido un aumento notable de la demanda de las intervenciones estéticas, con un incremento en torno al 30%, auge que todavía hoy se mantiene, según los datos del Dr. Alexo Carballeira, cirujano plástico y miembro de Top Doctors. Un estado anímico más bajo a nivel generalizado, una mayor consciencia de la importancia del aquí y ahora, así como un cambio en el estilo de vida con la implantación del teletrabajo que facilita el postoperatorio del paciente, son algunos de los motivos que explican ese incremento.
Esa demanda e interés por las intervenciones estéticas también está creciendo entre el sector más joven de la población. De hecho, la mitad de los menores de 30 años se sometería a este tipo de tratamientos para mejorar su aspecto físico y evitar los signos de la edad, fijándose, en el 33% de los casos, en influencers o personajes públicos a la hora de obtener referencias sobre a quién acudir, tal y como apuntan los datos del último estudio realizado por Top Doctors.com®, plataforma online para encontrar y contactar con los mejores especialistas médicos de la sanidad privada.
“Las redes sociales influyen significativamente en la demanda de cirugías estéticas porque el contenido es audiovisual, porque estás expuesto a la valoración de mucha más gente y se consume contenido de más personas entre ellas influencers, modelos, actores y actrices. Por lo que muchas mujeres, y también hombres, buscan parecerse a ellos. También el uso de filtros fotográficos hace que quieran verse “mejorados”, aunque advertimos siempre de la importancia de unas expectativas realistas. Un estudio realizado por AAFPRS, American Academy of Facial Plastic and Reconstructive Surgery, asegura que ha habido un aumento de hasta el 31% en la demanda de cirugías plásticas en la cara derivado de la influencia de las fotos que se comparten en las RRSS” dice Dr. Carballeira.
4 de cada 10 personas se han sometido a tratamientos de medicina estética. El gasto medio está en torno a 600€
El estudio de Top Doctors apunta que 4 de cada 10 personas se ha sometido a este tipo de tratamientos estéticos, y hasta un 23% de las que aún no lo ha hecho, lo haría. La falta de necesidad y el miedo, tanto a la intervención como al resultado, son los principales frenos del 37% restante que asegura no plantearse este tipo de intervenciones.
Asimismo, los expertos de la plataforma aseguran que, aunque el 95% de los tratamientos de medicina estética se realizan todavía hoy por mujeres, esta tendencia varía en el caso de las cirugías, siendo ya un 20% los pacientes varones que se someten a ellas. La media de edad es cada vez menor, aunque depende del tipo de tratamiento: mientras que en cirugía facial se encuentra en torno a 50 años, en la corporal y mamaria baja hasta los 30, tal y como apuntan los datos del Dr. José María Franco, cirujano plástico y miembro de top Doctors, que también apunta que “el gasto medio en nuestra clínica está en torno a los 600€, siendo los tratamientos de estética facial con bótox o ácido hialurónico los más demandados”.
El 10% de los encuestados se arrepienten de sus tratamientos y un 6,7% no repetiría
El reciente caso de Linda Evangelista, quien tras someterse a una intervención de estética ha quedado “deformada”, ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre la importancia de establecer un mayor control sobre la cantidad y calidad de este tipo de intervenciones. Por otro lado, no siempre se realizan con el experto adecuado, quien debe pertenecer a la especialidad correcta, y estar certificado y cualificado a través del sistema MIR en un hospital homologado. A la hora de someterse a este tipo de tratamientos, el 50% de los encuestados afirma acudir a un experto recomendado por un amigo o conocido, el 20% consulta a su médico sobre a qué profesional concreto acudir, y el 16% mira información en Internet.
Todo ello tiene como consecuencia que el paciente quede insatisfecho o desconfíe de este tipo de intervenciones. Del estudio de Top Doctors se extrae que, un 10% de quienes se han sometido a este tipo de intervenciones se arrepiente, y un 7% no repetiría la experiencia.
Para evitar que esto ocurra es importante llevar a cabo un análisis físico, pero también psicológico del paciente para analizar lo que está buscando cuando acude a solicitar una cirugía. “Debe descartarse la posibilidad de que el paciente quiera encontrar una solución a problemas de índole social o personal, o incluso que se pueda tratar de trastornos psiquiátricos como la dismorfofobia, es decir, pacientes que continuamente se preocupan por su imagen corporal y facial por algún defecto, ya sea real o imaginario”, explica Franco. “En definitiva, se debe analizar si magnifica el problema y su ‘queja física’ es desproporcionada, y conocer cuáles son sus expectativas al respecto”.
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