Quizá todas lo sean, a pesar de los intentos para disfrazarlas de grandiosos proyectos, quién sabe las intenciones subyacentes de sus promotores. La DEMAGOGIA adherida como lastre a las promociones de postín, acabó por contaminar los pequeños asuntos tratados en el cotidiano desenvolvimiento. Podemos entreverlo. La moldura establecida esconde los latidos interiores; sin poder establecer a ciencia cierta la potencia de las fuerzas activadas o la tenue intensidad de aquellos latidos. En ese recurrente nacer y morir de las palabras, de las sensibilidades, de las diversas intimidades; tintinean los intervalos en los cuales merece la pena sentirse involucrado; aunque luego nos preguntemos para qué.
Los intentos de salir adelante persiguen objetivos diversos, aquí la lógica no podía ir por otro lado. Los recursos suelen ser insuficientes ante las tumultuosas, ingentes y renovadas dificultades; peor aún si ponemos trabas a las posibles soluciones. En fin, se multiplican las versiones, con expresiones de lo más variopintas.
Las estrategias Siguen trochas ocultas. Piar es sublime.
A fuer de experimentarlo nos damos cuenta del fragor de cuanto nos oprime; en especial si se trata de presiones innecesarias surgidas de la impericia humana de carácter insolidario. Con esos modos nos abruman las tácticas acérrimas de quienes manejan el capital monetario, esas ínfulas ministeriales para encajonar la educación a sus idearios, la abundancia de cargos democráticos actuando con talantes totalitarios, esos poderes contagiosos difundidos al resto de comportamientos. Por eso, como no somos estructuras amorfas, el manantial interior permanece agazapado, realza su valor EXPRESIVO como principal respiradero ante las torpezas de maniobras envolventes intolerables.
Nacer, morir, abruman los escritos. El pulso late.
Mientras circulamos por este mundo proliferan las versiones en cuanto a la apreciación de las situaciones ambientales y personales. Nos atrevemos con cualquiera de las vicisitudes, sin renunciar tampoco a inventarlas si necesario fuere. Centrados en el cómo aparecemos por estos andurriales, o tratando de comprender el hecho de la desaparición física del final, hemos aportado manifestaciones de todo tipo. Pero aún así, merece la pena destacar la presencia independiente de ese PÁLPITO vital de cada sujeto. Por encima de dimes y diretes, es el testigo fiel alejado de las fijaciones manipuladoras; su lenguaje no se sirve de florituras, su presencia habla en directo con voz propia.
Las multitudes absortas no se paran. Nadie me escucha.
Las voluntades nos inclinan con frecuencia hacia tendencias un tanto desorientadas, porque nos desfiguran al son de las movidas circundantes, nos trastocan la tranquilizadora ubicación social. Solemos prestar una atención desproporcionada a las actitudes ajenas, a sus opiniones, a la cantidad ingente de iniciativas foráneas. Como contraprestación, apenas unos pocos atienden a la pequeñez de lo vivido por un sujeto en particular. En esa tensión de movimientos dispares emerge la REIVINDICACIÓN de los procedimientos propios como el signo vital de una autenticidad intransferible, cuando nadie o casi nadie nos presta atención. Percibimos ese detalle desaprensivo del conjunto comunitario.
Perfil oscuro De turbulentas sombras. La luz enciendo.
Si uno se pone a observar, el perfil ambiental refleja el desequilibrio de una balanza imaginaria. El entusiasmo, la nitidez o la alegría, están depositados en el plano de menor peso; la inclinación apunta al mayor peso de las necesidades, la ignorancia, limitaciones, enrevesadas circunstancias cotidianas. Se hace patente el requerimiento de un esfuerzo liberador, al menos para el intento de equilibrar los pesos. Como paso inevitable, nos vemos impelidos a pulsar el INTERRUPTOR para conectar las disposiciones personales a una corriente más diáfana, propicia para comunicarnos con el aire menos tóxico y los astros luminosos. Es decir, tomar la decisión para evitar los peores tropezones.
La urbe habitada suma contradicciones. Vuelo hacia lo alto.
La naturaleza propia nos proyecta a la multiplicidad de pensamientos, interpretaciones y actuaciones. La simplificación casi nunca conduce a buenas soluciones, porque tropieza con la diversidad a ultranza. Hemos ampliado sobremanera ese panorama con el incremento de los medios de la tecnología para comunicarnos; imágenes, escritos, ondas, redes, expanden las aportaciones. Semejante conglomerado nos aboca a una mediocridad rampante, es difícil plantearse una selección pertinente de los contenidos entre tal ajetreo. Pese a las turbulencias, todo parece adocenarnos, pero añoramos las maneras eficaces para alzar el VUELO hacia las atmósferas fascinantes.
Hoy cunden esos foscos presentimientos. Bravo el suspiro.
No creo precisas excesivas demostraciones, los mismos comentarios espontáneos de la gente, sus taquicardias, también sus silencios apesadumbrados; pasan a ser indicadores de los peores presagios, demuestran la inquietud instalada en los ánimos de chicos y mayores. Todavía se añade perversidad a la ambientación, se añade el peligroso regodeo en el trato redundante de los aspectos perniciosos. ¿Acaso no lo apreciamos en las reuniones, programas mediáticos nominados como de entretenimiento? El suspiro melancólico es ineficaz, no reacciona, ha de convertirse en enérgico REVULSIVO si pretendemos mantener la mentalidad lúcida en torno a las ilusiones.
No podemos escaparnos del azar, sea por caóticos, cuánticos, o simplemente aturdidos; navegamos alumbrados por ese sino humano plegado a la incertidumbre. No valen las escapatorias simplistas carentes de fundamento. El clamor orienta sus mensajes hacia el adecuado TALANTE de adaptación a dicha realidad cambiante. Ha de ser una disposición respetuosa con las variaciones de la realidad ambiental y de las mentalidades variadas. El recurso es exigente para agarrarse a la mejor dialéctica, con los entornos complejos, físicos, biológicos y humanos; no sólo con palabras, con hechos y sensibilidades.
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