Llevamos tanto tiempo preocupados en el mundo entero, y en España en particular, por los acontecimientos que nos asolan en forma de pandemias, guerras, decisiones políticas poco serias, erupciones volcánicas y penurias diversas, que parecería que estamos transformándonos en seres taciturnos y desconfiados olvidando recientes etapas en las que la alegría de vivir y la confianza en los demás era como el santo y seña de los comienzos del año 2000, una vez superados los miedos que algunos agoreros sin fundamento presagiaban sobre el cambio de siglo.
Como la historia se repite, ahora estamos invadidos por otros agoreros indocumentados y negacionistas que van haciendo afirmaciones gratuitas sobre las vacunas, desacreditando el trabajo y los buenos resultados de un gran número de investigadores que ponen todo su empeño y profesionalidad para conseguir vencer al COVID-19 en sus distintas variantes.
Lo curioso de este asunto es que, personas que tienen una buena formación, amparándose quizás en un miedo irracional, hagan caso a estos gurús de la nada y deciden no vacunarse. Sabiendo, además, que todos los países del mundo están comprobando que a mayor vacunación hay menos contagios. Y que esas comprobaciones están avaladas por la Estadística que es una rama de las matemáticas, ciencia exacta por todos sabida, que solo admite principios, efectos y hechos demostrables, mediante leyes físicas y matemáticas. Nada comparables, obviamente, con los procedimientos empleados por ciertos servidores públicos al servicio de “su amo”.
Pues bien, la Estadística ha demostrado en muchos países, también en España, que a mayor vacunación menos contagios. Y, para terminar, me hago eco de un comentario que le oí el otro día a un científico: “Las vacunas tienen tan alto porcentaje de eficacia, que la humanidad sin ellas estaría diezmada”.
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