El “noi del Poble-sec”, con cuyas canciones he convivido los largos años de mi existencia, -es casi dos años mayor que yo-, está pensando en retirarse después de celebrar más de setenta conciertos a lo largo del próximo año. No hay más remedio que quitarse el sombrero. Personas como Serrat dan sentido al “segmento de plata”. No se fijan en las cifras del DNI sino en la alegría de vivir y de ser útil a la sociedad. Te animan a hacer uso de tus capacidades mientras “el cuerpo aguante”. He tenido la suerte de participar en estos días de una efeméride importante. La celebración de mis bodas de oro matrimoniales. Un momento que te hace replantarte tu vida como esposo, padre y abuelo. El vivir muchos años te hace mirar para atrás con serenidad, plantearte el futuro a corto y medio plazo y aprovechar a tope lo que te depara cada día. Serrat se plantea su retirada sin una fecha determinada. Solo lo hará el día que no se sienta en condiciones de seguir actuando en sus conciertos. Cada uno tiene sus propias cualidades que le permiten ser actor, no espectador, de los tiempos en los que vive. Así que, como Serrat he decidido no poner plazo a mi trabajo de cada día. En este caso, amén de los habituales de una especie de patriarca familiar en que me he convertido, en prestar mis servicios como voluntario allá donde se me requiera. La experiencia que da los años te permite transmitir un “evangelio vivido” como me dijo uno de los celebrantes de nuestras bodas de oro. Así que, como Juan Manuel Serrat, yo sigo.
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