“Debemos evitar la adquisición de una influencia injustificada, sea o no buscada, por parte del complejo industrial-militar”. Presidente Dwight Eisenhower, 1961
Ante la presión de los grupos de interés asentados en Washington, DC, el plan de estímulo económico Reconstruir Mejor del presidente Joe Biden, que preveía un gasto de 3,5 billones de dólares a lo largo de diez años, se redujo a un desembolso de 1,75 billones de dólares. Sin embargo, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó, sin mayores reparos y en un clima de armonía bipartidista, un cuantioso presupuesto anual de Defensa de 768.000 millones de dólares. Eso equivale a unos ocho billones de dólares durante diez años, un monto significativamente más grande que el asignado para la ley Reconstruir Mejor.
La Ley de Autorización de Defensa Nacional está ahora en el Senado, donde se están impulsando enmiendas de gastos adicionales para esta legislación considerada “imprescindible”. Si los presupuestos son un indicador de los valores de una sociedad, está claro entonces lo que es importante para Estados Unidos: las armas y la guerra.
El presupuesto del Pentágono aprobado en la Cámara de Representantes supera por 24.000 millones de dólares el monto solicitado por el Gobierno de Biden y, según el medio Político, es “un paso clave para deshacerse de armas obsoletas y ayudar al Pentágono a transitar hacia las llamadas tecnologías armamentistas emergentes”. El complejo industrial-militar seguramente estará muy satisfecho con esta noticia.
Abundan en los medios informes sobre armamento de alta tecnología que Rusia, China y otros supuestos adversarios están probando y desplegando. Rusia acaba de probar un misil destructor de satélites, que logró impactar de forma directa en uno de sus satélites en desuso. Según se informa, China hizo una prueba de un misil “hipersónico” capaz de lanzar un ataque nuclear sorpresivo y preventivo contra Estados Unidos.
“Estados Unidos gasta [en armamento] diez veces más que Rusia y aproximadamente tres veces más que China”, expresó en Democracy Now! William Hartung, director del Proyecto Armas y Seguridad del Centro de Política Internacional. Hartung es autor de un reciente informe titulado “Arming Repression: U.S. Military Support for Saudi Arabia, from Trump to Biden” (Armas para reprimir: el apoyo militar de Estados Unidos a Arabia Saudí, de Trump a Biden).También ha escrito el libro “Prophets of War: Lockheed Martin and the Making of the Military-Industrial Complex” (Los profetas de la guerra: Lockheed Martin y la creación del complejo industrial-militar).
En su conversación con Democracy Now!, Hartung continuó: “[Estados Unidos] tiene 13 veces más ojivas nucleares activas en su arsenal que China. Contamos con once portaaviones de un tipo que China no tiene. Tenemos 800 bases militares estadounidenses en todo el mundo, mientras que China tiene tres. Por tanto, la idea de que China y Rusia son amenazas militares para Estados Unidos es principalmente un invento para aumentar el presupuesto militar del país. Hasta ahora, desafortunadamente —al menos en los pasillos del Congreso y en el entorno del Gobierno de Biden— ese relato ha tenido éxito”.
El presupuesto militar incluye un monto jamás solicitado hasta la fecha para la investigación de nuevos sistemas de armamento, la guerra cibernética, la inteligencia artificial y el desarrollo de robots asesinos. Steve Goose, director de la división de armas de la organización Human Rights Watch y cofundador de la Campaña para detener a los robots asesinos, una coalición de organizaciones no gubernamentales que busca detener el uso de estos robots, expresó en Democracy Now!: “Los robots asesinos son cosa del futuro, pero no del futuro lejano. [En estas armas] no es el ser humano quien decide a qué apuntar y cuándo apretar el gatillo; es el propio sistema armado el que lo hace a través de la inteligencia artificial, los sensores y los algoritmos. No se trata solo de un nuevo tipo de arma; es una nueva forma de guerra, que no será precisamente agradable para la humanidad”.
Las Naciones Unidas celebrará la semana próxima en la ciudad de Ginebra una conferencia sobre armas convencionales en la que se debatirá sobre las normas que regirán el uso de los robots asesinos. Sobre la postura que Estados Unidos tiene sobre este tema, Steve Goose afirma: “[Estados Unidos] rechaza que se dispongan prohibiciones o restricciones respecto al desarrollo y la adquisición de armas totalmente autónomas”.
En una conferencia que se llevó a cabo esta semana, el presidente del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, el general Mark Milley, expresó: “El país que domine la inteligencia artificial, la integre en las operaciones militares y la combine con la robótica va a tener una ventaja extraordinaria”. Y agregó: “Nuestra capacidad para efectuar disparos de largo alcance con precisión no tiene precedentes. Podemos atacar en cualquier parte del mundo, con niveles muy refinados de precisión”.
Lamentablemente, las constantes afirmaciones del Pentágono y sus adeptos acerca de las armas de precisión, las llamadas “bombas inteligentes”, han demostrado ser falsas una y otra vez en todo el mundo. Así lo indican los cadáveres de civiles muertos por armamento estadounidense, deshumanizados y calificados como “daños colaterales”.
El periódico The New York Times informó recientemente sobre un ataque aéreo ocurrido en marzo de 2019 en la ciudad siria de Baghuz, que inicialmente se dijo que tenía como objetivo a combatientes del Estado Islámico. En esa ocasión, se lanzó una bomba de 226 kilos sobre una reunión en la que participaban mujeres y niños. Minutos después, los sobrevivientes fueron atacados con dos bombas de 907 kilos cada una. El ataque, ordenado por una unidad de operaciones especiales secreta conocida como Task Force 9, provocó la muerte de al menos 80 personas. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, ha ordenado una investigación exhaustiva sobre el ataque.
Airwars —una organización sin fines de lucro que hace un seguimiento de las acciones militares y los daños que ocasionan a la población civil en zonas de conflicto como Siria, Irak y Yemen— ha registrado casi 60.000 muertes de civiles en los últimos 15 años, una cifra que solo contabiliza los ataques aéreos reportados de manera oficial.
Después de que la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobara esta semana la Ley de Autorización de Defensa Nacional, el recientemente electo congresista de Nueva York Jamaal Bowman, miembro del ala progresista del Partido Demócrata, publicó en Twitter: “En una votación de 363 votos a favor y 70 en contra, la Cámara de Representantes acaba de aprobar fácilmente 770.000 millones de dólares para el Pentágono. Es asombroso lo rápido que el Congreso aprueba fondos relacionados con las armas, pero no podemos lograr que apruebe fondos para garantizar el acceso a la vivienda, la atención médica y la justicia para nuestros veteranos, ni invertir en programas sólidos de empleo para distritos como el mío”. ¿Reconstruir mejor o construir más bombas? La elección es clara.
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