La política exterior del Paraguay fue acariciada por la esperanza de que este país vuelva a ser un pueblo digno de los grandes hombres que hicieron su historia por estas fechas. La sujeción a un confinamiento dependiente se quebró esta semana con las denuncias de Acevedo, quien dejó al descubierto las pretensiones imperiales de una nominal república como Brasil, a la que siglo y medio atrás el pensador Juan Bautista Alberdi calificó como una monarquía europea reinante en América.
La contradicción de un emperador en alianza con repúblicas para llevar la guerra al Paraguay entre 1865 y 1870 fue notoria incluso para el mejicano Benito Juárez o el Senador Norteamericano Martín Mac Mahon, aunque el entonces presidente de la República Argentina Bartolomé Mitre no se dio por enterado. Como una resonancia de la historia, el eco de las voces paraguayas de aquel tiempo parecieron volver al presente cual sentencia del pasado con mirada al futuro.
Euclides Acevedo, Canciller paraguayo, denunció las inicuas pretensiones del Brasil a propósito de la hidroeléctrica de Itaipú Binacional. Oponiendo condiciones Leoninas, Brasil busca obstaculizar la revisión del acuerdo entre la Administración Nacional de Electricidad (Ande) y el grupo energético brasileño Centrais Elétricas Brasileiras SA (Eletrobras), exigiendo reducir los beneficios del Paraguay bajando tarifas.
Advirtió Euclides que el estado paraguayo protegerá sus agencias de energía y que la soberanía no será entregada a capital privado alguno, mucho menos a pescadores en Río revuelto. Señaló Acevedo la importancia de seguir invirtiendo en redes soberanas de transmisión, de tal suerte que su trazado impulse la industrialización del Paraguay, deja vú de lo que Scalabrini llamara "telaraña de hierro" al describir el direccionamiento de las vías ferroviarias que construyeron los capitales británicos en Argentina.
Al mismo tiempo, Paraguay anunció que licitará 1.000 megavatios de potencia para el 2023 a nivel mundial, en un inusual esfuerzo por sacudirse de un direccionamiento en el comercio de su energía que agudiza la dependencia del país.
Igualmente inusual fueron las batallas de Euclides Acevedo con autoridades argentinas cuyas decisiones perjudicaron al Paraguay imponiendo aislamientos pretextando la pandemia. En respuesta poco frecuente, las protestas del Canciller Euclides Acevedo tuvieron un desacostumbrado eco en Buenos Aires.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina ordenó liberar la circulación hacia algunas ciudades como Clorinda, y abrir gradualmente pasos fronterizos. También analizó el funcionamiento del Mercosur y mostró su desacuerdo con el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, que lo definió como “un corset". De esta manera, Acevedo también inauguró una poco frecuente vocación integracionista en la cartera de estado en sus manos.
Tal vez su apuesta más arriesgada sea la de fundar una Nueva República, como lo ha expresado públicamente, inspirado en grandes figuras de la historia paraguaya como Francisco Solano López. Pero ya sabemos que aunque no puedan lograrse a veces los sueños, la audacia permite intentarlo todo.
|