Hay veces que dejamos pasar el tren que luego no volverá. Cuando nuestra moneda es el “interés personal” y nuestros bancos son los grupos mediáticos y los poderes fácticos, entonces, la vergüenza se convertirá en máscara hipócrita de las realidades sociales. Los “habituales” abusos sexuales a menores y el “descuido” o “dejación” en las responsabilidades sociales con nuestros niños y jóvenes, se están convirtiendo en “normalidad democrática”, “normalidad parlamentaria”, “normalidad institucional”, “normalidad hipócrita-bien pagada”.
Las vergonzosas historias que se están viviendo en la Comunidad Valenciana, las vergonzosas actuaciones de los responsables de la protección de menores en esa Comunidad, los silencios ante el abandono de responsabilidades, las “incomprensibles” intervenciones de la señora OLTRA y, para más inri de bajeza moral, los aplausos politiqueros de sus grupos parlamentarios, producen ASCO…, ASCO…
La VIDA nos viene regalada en un hábitats social de convivencia. No puede admitirse ni consentirse que sea la propia sociedad la que consienta el abandono moral de la infancia y de la juventud, mediante la permisibilidad del abandono de las responsabilidades por parte de las personas o entidades encargadas de su custodia y defensa.
Si la propia Sociedad permite todo ello y admite la lentitud judicial y el mantenimiento de penas arcaicas, inútiles para muchos delincuentes sexuales, entonces es que ESTAMOS FALLANDO cuando votamos y no exigimos.
El Ministerio de Igualdad y sus numerosos conglomerados de variopintos nombres y apellidos, tendrán que justificar ante la Sociedad el desastroso panorama “repetitivo” de abandono de responsabilidades. Tendrán que justificar los cuantiosos presupuestos que, cada día más, se están pareciendo a ciertos fondos de protección de “grupo sindicados”.
El daño a una vida incipiente de ilusiones dejará dolor, mucho dolor, pero sobre todo, dejará la VERGÜENZA de una SOCIEDAD que sigue permitiendo que el compadreo entre responsables dirija la protección de aquellos.
Señores, detrás delas bambalinas del Congreso y del Senado ¿están personas inteligentes o robots interactivos sin conciencia, sin libertad, sin cultura y sin voluntad…?
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