Te he mirado Señor, como otras veces,
pero hoy tu rostro está más afligido. Sé que ahora te sientes muy herido por agravios que tú no te mereces.
Permíteme Señor, que, con mis preces, te ayude a mitigar el sinsentido, de aquellos que te habían prometido ser tus amigos, y han sido tus jueces.
Yo sé Señor, que pagas las ofensas, poniendo sin rencor la otra mejilla y amas igual a justos que a malvados.
Queriéndote imitar, hoy te suplico, retires de mis ojos la gran viga, que sirve de coartada a mis pecados.
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