Parece un contrasentido, mi Divino Redentor, que en esa Cruz del dolor nos hubieses redimido. Y que el acto consentido, lo hicierais pensando en nos, sin considerar que Vos, hijo mimado del Padre, y de Vuestra excelsa Madre también eras Nuestro Dios.
Por ello, mi Cristo amado, hoy te rindo mi homenaje, hiriéndome aquel ultraje al que fuiste condenado. Quisiera que ese legado, que hago en forma de poesía, fuera amor y cercanía, para gente descreída que en parte pasa la vida sin fe y con apostasía.
Por ese gran Sacrificio, que consentiste, Señor, y por tu infinito Amor haznos este día propicio. Y ya en el frontispicio, del día de la Caridad, libera a la humanidad, de su obcecación e inquina, dándonos Tu Luz Divina Tu Perdón y Tu Verdad.
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