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Certezas tenemos… surgirán los hechos

El escándalo Pegasus está sembrando inestabilidad política en un momento especialmente delicado
Eduardo Madroñal Pedraza
miércoles, 4 de mayo de 2022, 08:36 h (CET)

No es la primera vez que el mundo oye hablar de sofisticados programas informáticos de espionaje por parte de gobiernos y servicios de inteligencia. Pero a diferencia de las escuchas de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA, siglas en inglés) -que filtraban gran cantidad de escuchas tratando de encontrar información sensible- en el caso del programa Pegasus, desarrollado y comercializado por la empresa israelí NSO Group, permite introducirse en el teléfono móvil del objetivo, seguir su localización, captar sus contenidos e incluso activar el micrófono y la cámara del terminal.


La exportación de Pegasus está reglamentada como una venta de armas y la empresa NSO debe pedir la aprobación del gobierno israelí para venderlo, y los estados clientes deben firmar un contrato comercial que estipula como será utilizado el producto. En teoría, el uso de Pegasus sólo debe ser para luchar contra el terrorismo o el crimen organizado, pero unas revelaciones publicadas por numerosos medios de comunicación de todo el mundo -no hace todavía el año- calculaban que unos 50.000 teléfonos habían sido ya intervenidos -entre ellos los que destacaban 1.000 personas de 50 países distintos- que incluían miembros de familias reales árabes, altos cargos de empresas, activistas de derechos humanos, periodistas y políticos y funcionarios gubernamentales, incluidos jefes de Estado y de Gobierno, ministros y diplomáticos.


No sería la primera vez que las escuchas telefónicas y los programas de spyware revelan que la primera fidelidad de los servicios secretos de un país… no es a sus gobernantes, sino directamente a Washington. El hegemonismo norteamericano se ha dotado de la capacidad de incrustar un Estado profundo, un “Estado mayor secreto” dentro de los países de su órbita de dominio, con hombres fieles a Washington en las estructuras de los aparatos fundamentales, como el ejército, la policía… y los servicios secretos.


También en España


El terminal móvil del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, sufrió dos ataques en mayo de 2021 -al igual que la ministra de Defensa, Margarita Robles- según ha informado el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños -a partir de los informes del Centro Criptológico Nacional. La noticia supone un escándalo político de una enorme magnitud.


El espionaje al teléfono móvil de Sánchez -mediante el programa Pegasus-sucedió durante la crisis con Marruecos -que lanzó, como chantaje, una avalancha de migrantes en Ceuta-; y con los días en el que debía decidir si indultaba a los líderes del procés.


El 17 y 18 de mayo, España vivía uno de sus momentos de mayor agresión por parte del régimen alauita-con la llegada a las costas de Ceuta de 6.000 migrantes permitido de manera ilegal por las fuerzas de seguridad marroquís. Fue el ataque de Marruecos a España por el ingreso en un hospital español del líder del Frente Polisario, Brahim Gali.


Las escuchas se producen también durante los inicios de la decisión del Gobierno de indultar a los líderes del procés. Fue el propio presidente del Gobierno quien hizo una serie de declaraciones que apuntaban a esa medida de gracia -entre ellas, la del 28 de mayo del año pasado- y finalmente, el 21 de junio, anunció que el Consejo de ministros aprobaría los indultos.


Degradación política de España


El escándalo Pegasus está sembrando inestabilidad política en un momento especialmente delicado -con la invasión rusa de Ucrania y la agudización de la crisis- colocando en un brete al actual gobierno de coalición de izquierdas, justo cuando se presenta como una alternativa frente a la posibilidad de un gobierno del PP en el que -como ha sucedido en Castilla y León- se incluya Vox.

Porque el escándalo Pegasus contribuye a degradar políticamente a España en la escena internacional. 


Nuestro país va a ser investigado en el parlamento europeo, en una comisión sobre Pegasus, colocándonos al lado de Polonia y Hungría, como ejemplos de “democracias defectuosas”. La imagen internacional de España no es un asunto de “alta política” que no afecte a nuestras vidas. Una España degradada políticamente-cuya imagen exterior sea vapuleada y denigrada- es más débil, más manejable.


Intervención exterior


La pregunta crucial es quién tiene capacidad para espiar al presidente del gobierno de una potencia media como España. Pregunta a la que se están dando diversas respuestas -desde responsabilizar al “Estado profundo”, afirmando que los servicios de inteligencia actúan “por libre” espiando al ejecutivo, hasta señalar como culpable a un país como Marruecos-respuestas donde no aparece la superpotencia estadounidense.


Algunos interesados solamenteen destacar que “España no es una democracia” -porque existe un “Estado profundo capaz de conspirar” contra todos-; y contribuyendo así a la degradación política de España. Pero ni la más leve sugerencia o preocupación de que seaun “ataque externo”, de que sea una potencia extranjera la que espíe al gobierno español.


Es extremadamente grave que pueda espiarse ilegalmente a cualquier ciudadano, pero ahora sabemos que se ha espiado incluso a los principales nódulos del gobierno.Estos hechos deben de esclarecerse hasta el final. Tanto el espionaje a círculos independentistas como el realizado al actual gobierno de España.


Es fundamental investigar a fondo el escándalo Pegasus y esclarecer quién está detrás de este “ataque externo”… frente a quienes pretenden ocultar la intervención exterior. Porque las certezas las tenemos, y los hechos aparecerán… si se sigue la pista extranjera.


El gobierno español espiado

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