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Ecuador concedió asilo político a Assange mientras el editor enfrentaba una creciente persecución por parte del Gobierno de Estados Unidos por haber expuesto los crímenes de guerra estadounidenses en Irak y Afganistán.
La eterna pregunta de si hay alguien, o algo, dentro del smartphone escuchando ha saltado a la palestra con el caso Pegasus. Estas presuntas escuchas a diferentes parlamentarios han tenido un impacto importante en la vida política española, pero también en los consumidores que, tras conocer el artículo en The New Yorker, desconfían más de sus dispositivos. Algunos modelos de móviles clásicos, sin conexión a internet, han aumentado su demanda en el último mes.
El deshonor, los oprobios, las ignominias, afrentas, deshonras, bochornos, vergüenza ajena, están a la orden del día. Con este panorama es normal que en el extranjero nos tomen a chufla. ¿En qué cabeza cabe que un gobierno gobierne con las mismas personas que quieren destruirlo? Es tal la insensatez que es totalmente impensable en un país serio.
Hace cuatro semanas que estalló la bomba fétida del espionaje por parte de los “mortadelos” del CNI a los independentistas catalanes. El mal olor que exhalan las cloacas del Deep State comenzó a extenderse por la Carrera de San Jeronimo hasta llegar a Moncloa, los socialistas se taparon las narices intentando disimular aquellos aromas de cloaca que no les gustaban porque les dejaban con el culo al aire.
No es la primera vez que el mundo oye hablar de sofisticados programas informáticos de espionaje por parte de gobiernos y servicios de inteligencia. Pero a diferencia de las escuchas de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense -que filtraban gran cantidad de escuchas tratando de encontrar información sensible- el programa Pegasus permite introducirse en el teléfono móvil, seguir su localización, captar contenidos y activar el micrófono y cámara del terminal.
Cuesta comprender que en España estemos entrando en una de estas discusiones absurdas, improcedentes, evidentemente interesadas, especialmente por los grupos separatistas que no parecen cejar en sus intentos de conseguir la desestabilización de la nación española y, en esta ocasión, valiéndose de una supuesta acción de espionaje por parte del Gobierno a determinados sujetos del independentismo catalán.
Cuando algunos pensábamos que ya era imposible caer más bajo, con estupor nos damos cuenta de que la capacidad del este gobierno, que encabeza el señor Pedro Sánchez, para la espeleología política no tiene límite, ni quien tenga la valentía de ponérselo.
La no intransigencia es con los fascistas, al ser un supuesto servicio de inteligencia de ideología puramente franquista, sus investigaciones y su proceder tienen un sesgo ideológico concreto, cuando debería ser totalmente neutro e investigar a los que verdaderamente están en contra de la España Plurinacional, es decir, contra personas o grupos al servicio de otros países que atenten contra la población española.
Durante la Dictadura franquista se acuñó un reclamo para hacer que los turistas extranjeros viniesen a España por el que se decía “España es diferente”. Mucho tiempo ha transcurrido desde entonces, pero parece que quienes nos gobiernan, aunque estamos en una mal llamada democracia, se empeñan en mantenerlo. Ciertamente España es diferente, mal que nos pese, no deja de ser un país de pandereta y castañuelas.
El establishment del Estado español estaría formado por las élites financiera-empresarial,
La agencia de Inteligencia alemana escuchó al menos una conversación telefónica del secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y de la exsecretaria Hillary Clinton.
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