Escribió Borges que en un jardín donde los senderos se bifurcan, para no perderse lo mejor es elegir siempre el camino de la izquierda. La metáfora borgiana confunde sin embargo, al subcontinente latinoamericano que observa un tanto incrédula el triunfo en primera vuelta de la izquierda que encarna Gustavo Pedro.
Colombia es el país emblemático del realismo mágico de García Márquez, pero también una muestra más de que la realidad social común a toda Latinoamérica, mientras subsista, dará siempre soplo y vigor a la izquierda.
Aunque desde tiempos de Bolívar y la Gran Colombia sólo fue regida por conservadores, el fin de semana cerca de la mitad de los electores colombianos se inclinaron por lo novedoso. Gran parte de los votos fueron para un inusual candidato de la derecha, Rodolfo Hernández, cuyo discurso antisistema parece arrebatado a la izquierda.
Un viento tropical soplando en el sentido de las agujas del reloj, como es natural en el hemisferio sur, se llevó como hojas secas al uribismo y otros exponentes formales de la tradición conservadora.
Cual un fenómeno sísmico que sacudió el subcontinente latinoamericano en su punto álgido, un país congelado en el pasado, salpicado de bases militares estadounidenses y envuelto en un clima glacial por sus compromisos con la OTAN.
Como acompañando algún cambio climático, los colombianos iniciaron un deshielo que desafía a la propia historia.
Puede que no esté lejos el día en que, frente al pelotón de fusilamiento, una clase política desfasada recuerde con nostalgia el día que la llevaron a conocer el hielo. Nunca se sabe. LAW
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