Llueve y deja de llover, pasará hasta la medianoche, lloverá y entonces ¿qué?, nada, que llueva, que me quedo dormida viendo las series de acción de televisión, entre las olas tempestuosas de sentirme vieja e indecisa, pero con suerte, también.
Llueve y son ya muchas gotas, que cantan con intensidad, y mientras me voy al otro mundo, el de los sueños, taladreo sin cesar, que me da igual pues no soy yo quien ordena ni dispone. Soy sólo la que observa los cambios y las direcciones que toman tantas cosas, gracias a Dios, en compañía de mi amado gato Santy. Él lleva quince años a mi lado viendo también la lluvia a través del cristal, sin contar las gotas, imposible. Sin quejarse de estar bajo techo, simplemente y con serenidad, observando.
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