El título no deja de ser curioso, pero tiene su razón de ser. Es el procedimiento cualitativo, el que permite descifrar lo que no se alcanza a comprender y para ello recurrimos habitualmente a la comparación y a la metáfora, herramientas especialmente eficaces en la educación. En el concepto religioso serían las parábolas y en el mundo literario los cuentos con moraleja.
El mundo de la política no se aleja por tanto de esa realidad y es lo que propone este artículo aclarar. La verdad que es los políticos tienen poco de poesía y mucho de prosaicos, que se nos va a contar. Son las elecciones los momentos en los que el mundo poético aparece, especialmente en el mundo democrático. En ese momento son los políticos los amantes de sus patrias y patriotas, pues el tiempo así lo reclama, los que con hermosa oratoria dan lugar a hermosos juegos de palabras, juegan con los fuegos eternos de las esperanzas y recurren a todo tipo de luminarias que se conocen y en ocasiones hasta las superan.
Sin embargo, los desesperados ciudadanos lejos de escribir loas sólo desean la imagen del papel timbrado que les solucione sus problemas y esa es la rima que en ese momento florece y los diferentes versos políticos (personas e ideologías) y los ciudadanos.
En esos casos la rima que siguen los ciudadanos es previsible. Por un lado, es de los creyentes y seguidores que es consonante pues es completa, prefijada y previsible, con los mantras dictados por sus poetas (políticos de turno).
Por otro lado, está el del ciudadano pensante que coincidiría con esa rima asonante en donde predomina la sonoridad, antes de nada, pompa, aunque el ritmo es previsible. Esta rima de resultados imprevisibles ante un ciudadano con su hoja en blanco y aunque la métrica sigue siendo regular, no se puede esperar nada de la mediocridad política, se añoran los buenos sonetos ante los versos libres, que son los que se ofrecen.
Poesía sin rima, ritmo, ni un patrón lógico que juegan con el mundo emocional del votante. La verdad que no son los partidos, ni sus líderes que ofreciendo perfiles de bonhomía y paternalismo y poniendo el acento en la sonrisa cubren sus intereses y los de sus formaciones, ofreciendo bálsamos de hermosas palabras, recordando pasados, buenos o malos, dependiendo de la ocasión y del momento.
Hablan de versos blancos y hasta libres y lejos de ello son modificaciones, burdas y ancladas en el pasado. La conversión desde la mediocridad de lo que en su tiempo estaba reglado y conformado y nos lo quieren ofrecer como la nueva trova.
Quizás lo que más se aproximase fuese esa sentencia que un día un cantautor como Sabina afirmo: “La poesía huye, a veces, de los libros para anidar extramuros, en la calle, en el silencio, en los sueños, en la piel, en los escombros, incluso en la basura. Donde no suele cobijarse nunca es en el verbo de los subsecretarios, de los comerciantes o de los lechuguinos de televisión.” (Joaquín Sabina)
Bueno para aquellos que les cueste entender la similitud voy a tener la osadía de traducirlo: “La política huye, a veces, de los políticos y partidos, para anidar en las paredes, en las calles, en los silencios, en los sueños, en la piel del ciudadano, en los conflictos e incluso en la pobreza. Donde no suele cobijarse es en el verbo de los subsecretarios, los poderosos o en los lechuguinos panfletarios de los que los creen”.
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