Como una vertiente más del realismo mágico que supera a la ficción, el fin de semana un militante de la izquierda radical, Gustavo Petro, se alzó con la presidencia de Colombia por vía de las urnas. El evento de magnitud sísmica barrió como hojas secas a los referentes de una clase política incapaz de abrirse a las sustanciales reformas que la historia reclama, y confirmó que la fortaleza de la izquierda sigue intacta en la región.
Esta fuerza, ciertamente, seguirá siendo importante en forma directamente proporcional a la desigualdad social. Se preanuncia el mismo fenómeno, dictado por la propia realidad social, en Brasil, un país que inclina hacia sí el subcontinente por sus enormes dimensiones. Otro tanto anticipa la irrupción del ex canciller Euclides Acevedo en la carrera presidencial paraguaya, otro de los países con tradición conservadora e inquebrantable hegemonía de la derecha.
Escribió Augusto Roa Bastos que aquel que abandona su viña, la verá morir dentro de sí en baldío, y su vino será amargo. Fue el mismo Roa Bastos quien anunció el fin de la dictadura de Stroessner en un texto clarividente y profético que tituló: " El Tiranosaurio del Paraguay da sus últimas bloqueadas".
Gabriel García Márquez también hizo de Nostradamus, cuando en "El coronel no tiene quien le escriba" narró la historia de un viejo oficial que acompañó las revoluciones y perdió su jubilación en el camino de las revueltas. En su vejez, el Coronel se aferraba a un Gallo de riña como si dependiera un futuro inexplicable de él.
Tal vez se refería al gallo que nunca duerme soñando en picar estrellas. Después de todo, la historia está construida de palabras, y sin ella, la humanidad estaría desnuda y desamparada. LAW
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