En una situación económica como la actual, pero con la derecha en el Gobierno, los sindicatos sectarios de clase llevarían meses pintando pancartas y organizando algaradas en la calle. Hoy por hoy tienen lleno el pesebre y no precisan levantar la voz, no sea que contraríen al amo y no vuelvan a llenar el dornajo. Está siendo ejemplar el paso que VOX ha dado en Castilla y León, tras el «Pacto de la Esperanza» con la «derechita cobarde» del incendiario, Fernández Mañueco.
Todo un ejemplo por parte de García-Gallardo lo de reducir las subvenciones a los sindicatos clasistas, algo que nunca se atrevió a hacer el partido del actual líder derechista, Núñez Feijóo. Reducir la mamandurria sindical un 50% es un pasito, es subir un peldaño, pero el camino se ha abierto y hay que impedir que se vuelva a cerrar.
No importa el polvo que se levante durante la andadura, pero habrá merecido la pena, incluso lo agradecerán las arcas públicas. Y no me vengan con lo de supeditar las subvenciones a los acuerdos de negociación. ¿No se ha hecho ya suficiente daño a los trabajadores? Empecemos por trabajar para que esos «sindicatos de hamaca» se mantengan exclusivamente de las cuotas de sus afiliados.
El ambiente económico de la nación es un ambiente enrarecido, incluso hostil me atrevería a decir: la inflación va al alza y los tipos de interés también. No obstante, el crecimiento económico no está en su mejor momento. Por eso, si se devuelve un solo euro a Europa, porque no se han sabido gastar los fondos «Next», será el momento de incrementar el acoso ciudadano al «El mentiroso» con gritos e improperios allí donde acude.Y eso que sigue ocultando sus temores por la continuada corrupción de su Gobierno de despropósito y brutalidades descabelladas.
¿Con qué motores cuenta actualmente nuestra economía? Si la memoria no me falla, sólo cuenta con dos; hablamos del turismo y de los fondos europeos. Al menos ese es el convencimiento de la «confundida oficial», Nadia Calviño, más preocupada de que su «melocotón» corrupto no acabe en la cárcel que de la economía del país en sí. Cierto es que la vicepresidenta primera y ministra de Economía no debe de dormir a pata suelta por la infinidad de errores que cometió en el Plan de Estabilidad que remitió a Bruselas allá por el mes de abril. Transcurridos tres meses no se ha cumplido ninguno de sus pronósticos y hasta el banco de España le da capones a diario y pescozones cada semana.
Nadie duda de que el turismo puede ser ese revulsivo que precisa la economía española y, hasta el momento, todos los indicios apuntan a ello. Veremos si la subida de tipos, a la que puede verse obligado el BCE en las próximas semanas, no trunca el sueño de los sufridos trabajadores españoles. Piensen que existe la preocupación de que la inmigración ilegal ahuyente a muchos sectores del turismo en determinadas zonas, lo mismo que la abominable prolongación de la invasión rusa a Ucrania.
El otro motor al que nos referíamos son los fondos europeos «Next Generation». Los datos oficiales demuestran que el Gobierno de Sánchez ha sido incapaz de hacer llegar esos a las empresas que los precisan. Buena parte de la culpa de ello la tiene el propio Gobierno que viene falseando la realidad desde que los fondos estaban en proyecto. Ha sido incapaz de crear una agencia que estableciera criterios adecuados para la distribución de dichos fondos y la valoración de planes realmente necesarios. No quiero terminar el artículo sin dejar constancia de cómo también se reparte ese dinero a los sindicatos sectoriales para arreglar sedes que albergan a los «vividores» del podrido sistema sindical. ¡Es lo que nos faltaba por ver dentro de la podredumbre socialcomunista!
El propio Gobierno ha reconocido el fracaso en la distribución de los reseñados fondos. Según la vicepresidenta primera, únicamente se han desembolsado 13.000 millones de los 50.000 que se recibieron inicialmente; es decir, un 26% del total. Y como ahí también meten mano las autonomías, cuando reciben el dinero del Estado, pues resulta que a las empresas ni siquiera ha llegado el 11 o 12%. El sistema fijado para repartir esos fondos es para correr a gorrazos a todo el Ministerio de Economía y también a gran parte del de Hacienda. ¡Ay, si fuera la ciudadanía quien tuviera que ingresar dinero en la Hacienda Pública!
Las protestas de los empresarios no se han hecho esperar. Esos han criticado la lentitud en la recepción de las ayudas, los confusos criterios existentes, las dificultades de que llegue el dinero para aquello que se pidió y el caos existente. Precisamente eso es lo que ha hecho desistir a muchos empresarios del proyecto inicialmente presentado. Además de cornudo apaleado.
Con este desgobierno, la informalidad de España está garantizada, al igual que el incumplimiento de los plazos. Tengan presente que miles de millones son devueltos por la inadaptación de las ayudas a los requisitos planteados por la Unión Europea. En muchas ocasiones, el empresariado se pierde entre la burocracia y acaba por desistir de la ayuda. También en esto de las ayudas ha sido un fracaso la UE, lo mismo que lo está siendo respecto a la invasión de Ucrania: me suena a algo así como «¡Ahí van armas y otros medios bélicos, pero mataros entre vosotros!»
Miedo me da cuando estén disponibles los otros 70.000 millones y los 3.000 millones que recientemente nos ha adjudicado Bruselas por ser el país más retrasado en los planes de recuperación tras la pandemia. Pero no se preocupen, amigos lectores, porque Pedro Sánchez «El mentiroso» echará la culpa a alguien, seguramente a la falta de personal para distribuir los fondos que llegan de Europa. ¡Como si no se le hubiese advertido antes de recibirlos! ¡Miente hasta cuando duerme!
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