Confieso que hoy tenía esperanza de que la Bolsa comenzara a extender normalidad y a dejar de darnos disgustos, como la semana pasada, incluso ayer jugueteó todo el tiempo para acabar en el equilibrio bajista con el que había comenzado. Si ya había perdido miles de millones de inversión desde que bajó de los 9000 puntos, con el anuncio a traición de las medidas procomunistas apoyadas por Pedro Sánchez, esos miles de millones se han visto multiplicados. Los inversores tiemblan, temblamos. Ni siquiera el mercado continuo es un buen refugio para estas tendencias bajistas.
Ahora el euro cae hasta la paridad con el «billete verde» (dólar) tras dos décadas. El euro se ha cruzado a finales de la semana pasada por 1,007 frente al dólar. Dudo que Pedro Sánchez duerma tranquilo y a pierna suelta estos días, sobre todo por el duro golpe que ha asestado a los bancos y a las energéticas. Las medidas van a repercutir gravemente en la ciudadanía, se perderán puestos de trabajo, no se crearán otros nuevos, mermará la confianza inversora y se demostrará que el Gobierno vuelve a equivocarse como erró en los ridículos e irrisorios 20 céntimos del litro de crudo. No entiendo la actitud «pancista» del Transporte y su conformidad con migajas y deuda acumulada. ¡Es el momento de un paro general del transporte en España!
La gravedad de la repercusión de las medidas demostrará que tienen un trasnochado perfil comunista, más destinado a recomponer fisuras entre socialistas y comunistas que a contener la inflación. El chorro de daño que sufrirá la ciudadanía será inminente. Sánchez ha inyectado más miedo en la sociedad. No tardarán en notificar las entidades financieras que van a cambiar las condiciones de los ahorradores e inversores; si alguien lo duda, la gran banca repercutirá el «impuestazo» en los clientes y usuarios. La banca nunca pierde.
Del mismo modo que las entidades financieras actuarán las energéticas. Ellas tampoco pierden nunca: no hay más que ver cómo las estaciones de servicio no han dudado en aumentar los precios de forma artificial, y ello ha contribuido a que los 20 céntimos del Gobierno se quedaran en miseria, incongruencia y falta de aliciente.
Hasta el año 2023, al menos hasta el primer trimestre o semestre, el petróleo seguirá generando más y mayor inflación: piensen que se ha perdido el 12% de la capacidad europea de refino y eso hará que los carburantes se mantengan con elevado coste. Parece que no hay vuelta de hoja: el otoño se presenta negro, muy negro, y no parece que faltarán apagones de gas.
Por esto y por cuanto vengo aludiendo, compruebo que Pedro Sánchez está más agitado que las maracas de Machín y más acabado que Villarejo o Tezanos. Lo peor de todo es que no tiene arreglo posible. En pleno trabajo de Bolsa, cuando el presidente anunció las amenazantes medidas, comprobé cómo la gráfica del Ibex35 cayó en picado y sin solución de progresión alcista.
No dudé en acudir a los anuncios rimbombantes de «Antonio» en el Parlamento y encontré la explicación. El globo de la recuperación lo había pinchado con torpeza y mala fe. La jornada terminó con fuertes y preocupantes caídas de los bancos y las energéticas. Lo peor es que esa caída se completará en los próximos días.
Dije que la banca nunca pierde, por eso lo hecho por Pedro Sánchez es una patada en pleno arco del triunfo de los españoles. No tardarán en ver, amigos, cómo cuanto expropien comunistas y socialistas tendrán que ponerlo de su bolsillo los ciudadanos. No hay otra. Todo lo repercuten las entidades crediticias, pero nunca lo devuelven cuando son ellas quienes precisan ayuda como en 2008. Quienes deban renovar, por revisión obligada, los créditos hipotecarios variables tendrán menos dinero para gastar. Saldremos perdiendo nosotros, la banca no perderá. No es el momento de poner banderillas negras a la ciudadanía.
El populismo trae exceso de degeneración a la política, igual que África nos manda porquería estival en forma de olas de calor y agobiante calima. La solución pasa por la bajada de impuestos, no por la represión fiscal a los trabajadores. A estas horas se estará frotando las manos la ministra de Hacienda. La hecha va a mejor para el Gobierno y a peor para el contribuyente.
Echo en falta auténticas medidas sociales. No me sirven las subvenciones y ayudas a chiringuitos sectarios e ideológicos. Tampoco me creo el anuncio de 15.000 millones destinados a lo social, pero sí me preocupan los 20.000 millones de dotación al absurdo ministerio de Irene Montero y demás chicas de juegos, viajes, selfis e insultos.
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