Los seres humanos hemos estado en constante movimiento a lo largo de nuestra historia, desde que los primeros Homo Sapiens empezaron a salir de África. Hoy, el tres por ciento de la población mundial – al menos 258 millones de personas – viven fuera de su país de origen. Sin embargo, no todos los seres humanos decidieron emigrar por voluntad propia.
A lo largo de la historia del mundo, la migración humana ha estado caracterizada por la guerra, la persecución y el esclavismo. Al menos 12 millones de africanos fueron esclavizados y trasladados a las Américas durante la trata transatlántica de esclavos, entre 1500 y 1860. Si nos remontamos a la antigüedad, los judíos huyeron de sus tierras ancestrales tras olas de exilio y la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C, creando una diáspora.
Si nos referimos a la historia reciente, en 1945, tras la Segunda Guerra Mundial, cientos de miles de supervivientes del Holocausto y otros civiles se convirtieron en desplazados y emigraron a Europa occidental. En el siglo XXI, la emigración continúa, especialmente provocada por los desastres naturales, la hambruna y las violaciones a los derechos humanos.
Europa se ha visto muy afectada en los últimos años, cada vez son más los migrantes del norte de África y Oriente Medio, quienes, huyendo de la pobreza y las guerras, abandonan sus países en busca de una nueva vida. La crisis migratoria ha puesto bajo presión a Europa, provocando xenofobia y poniendo en jaque a partidos políticos.
Según un informe del Banco Mundial de 2018, más de 143 millones de personas podrían convertirse en “migrantes climáticos”, expulsados de sus hogares por fenómenos naturales, como inundaciones, sequías y falta de agua. Las previsiones indican que de aquí a 2050: África al sur del Sahara podría llegar a tener 86 millones de migrantes internos por razones climáticas; Asia oriental y el Pacífico, 49 millones; Asia meridional, 40 millones; Norte de África, 19 millones; América Latina, 17 millones, y Europa oriental y Asia central, 5 millones.
Se estima que la migración interna aumente en las próximas décadas si los países no reducen las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y crean políticas en beneficio del cuidado del medio ambiente.
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