La explosión es, además del desarrollo repentino y violento de algo, la liberación brusca de una gran cantidad de energía encerrada en un volumen relativamente pequeño, la cual produce un incremento violento y rápido de la presión, que va acompañada de estruendo y rotura violenta del recipiente que la contiene.
La implosión, por su parte, es la acción de romperse hacia dentro con estruendo las paredes de una cavidad en cuyo interior existe una presión inferior a la que hay fuera.
Ambos fenómenos, explosión e implosión, parecen amenazar la realidad actual de Convergencia Democrática de Cataluña (CDC), el partido creado en torno a la figura de Jordi Pujol en 1974 sobre el que hasta la fecha se asentaba la estabilidad de Cataluña y que en el Congreso de Reus, de marzo de 2012, varió sus objetivos fundacionales para emprender la tarea de lograr la independencia de Cataluña.
Y es esa variación de objetivos fundacionales, la voluntad de tender a la independencia, la que está produciendo el desarrollo de una actividad (explosiva) que, aunque de momento no es violenta, genera una cantidad de energía capaz de producir la presión política y social que ya se observa.
Ocurre, además, que, como la presión dentro de CDC es distinta a la que hay a su alrededor, existe riesgo de que, además de la explosión, se produzca la implosión, o rotura hacia adentro, de la estructura política en que se asentaba la estabilidad catalana.
Para analizar ambos fenómenos, parece oportuno contemplar la situación desde dos planos distintos: El entorno externo a CDC, que le ha de venir dado y en el que puede aportar poco. Y el escenario interno, no violento aunque agitado, que, no ajeno a la realidad externa, depende de convicciones propias, de la estructura y unidad del partido y de la coherencia de sus órganos de gobierno.
Contemplemos esos planos:
Entorno externo:
Conocida la situación devenida en Cataluña, se han de producir dos hechos inmediatos:
Investidura del President de Cataluña.- Los resultados de la consulta electoral autonómica pasada son los que son; e, independientemente de las consideraciones que puedan hacerse sobre la conveniencia o no de la participación de CDC en la coalición Junts Pel Sí (JxSí), lo cierto es que forma parte de ella y que, como JxSí no obtuvo apoyos suficientes, la investidura, pese a quien pese, depende de los votos de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP), un partido asambleario, de extrema izquierda y marxista, que defiende la salida de una supuesta Cataluña independiente de la Unión Europea.
Ocurre además, se está viendo, que la CUP está aprovechando la situación para debilitar a Mas, su adversario político, imponiendo unas condiciones difíciles de admitir que pueden ocasionar alguna de estas opciones:
Investidura de Mas con un número de votos de CUP suficientes para obtener la mayoría.
No investidura de Mas, por falta de apoyo de CUP, que obligaría a nuevas elecciones.
No investidura de Mas, con apoyo de CUP y privado de mayoría por la deserción de algunos compañeros de filas, que, como en el caso anterior, supondría repetir las elecciones.
Siendo las dos primeras opciones posibles y la tercera difícil, en opinión de militantes de CDC, lo cierto es que el Govern que resulte tras la investidura ha de enfrentarse a: La legalidad vigente española. Y la fragilidad del ente, conseguido por adicción de formaciones políticas tan dispares como las que forman la coalición JxSí, trufada con la realidad anticapitalista y republicana de CUP.
Como parece obvio, la capacidad de CDC se reduce a cumplir los pactos de la coalición JxSí, y a transigir, o no, con las condiciones que le imponga la CUP.
Elecciones Generales del 20 de diciembre.- Que, según las encuestas, imponen la necesidad de contemplar los posibles pactos tras el paso por las urnas. Si se tienen en cuenta las previsiones que se manejan, los resultados apuntan a una victoria no mayoritaria del PP, que habrá de pactar con los partidos que le siguen: PSOE, CIUDADANOS y PODEMOS.
El resultado de esos pactos es tan imprevisible que sólo cabe enunciar posibilidades: Gobierno PP con apoyo de Ciudadanos. Gobierno de todos contra el PP para conseguir el bautizado “pacto de perdedores”. Gobierno de Concentración PP-PSOE, en defensa de intereses propios y buscando la continuidad de la estabilidad política asentada en el bipartidismo conocido.
Escenario interno:
Independientemente de lo que ocurra en el exterior, lo cierto es que el viejo partido de Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) ya no se ajusta a las premisas fundacionales y ha de tender hacia otra entidad de futuro, acorde, además de con la realidad externa y con lo que apetezca un electorado evolucionado, con las convicciones propias y con los acuerdos entre facciones del partido.
Esto obliga a distinguir entre las tres facciones que se existen en relación con la forma de interpretar el acuerdo independentista enunciado en Reus:
- No independentista, en franca minoría, que prefiere el statu quo existente.
- Independentista, importante y no mayoritaria, dispuesta a lograr la independencia a cualquier precio.
- Soberanista, parece que mayoritaria, que, como sucedáneo del independentismo, propugna una soberanía catalana encuadrada en una federación de Estados Españoles.
CDC del futuro
Una vez contemplados los escenarios reales, con explosión estruendosa e implosión sonora, o en sordina ambas, y teniendo en cuenta los hechos inmediatos que han de ocurrir (Investidura y Elecciones 20D), de los restos de CDC deberá nacer:
Un partido renovado, que, manteniendo la estructura primitiva y la dinámica orgánica del pasado, atienda las realidades de futuro que se avecina.
O un partido nuevo en estructuras, con una dinámica no orgánica nueva capaz de adecuarse a la actualidad. Esto es lo que Mas, apropiándose de las ideas de Carles Campuzano, ha definido como nuevo partido de futuro y transversal para, pase lo que pase, conseguir la independencia.
Ese partido, que en opinión de un dirigente de CDC “será moderado o no será”, es el que aventuraba en avanzadilla el diputado Campuzano cuando apuntaba que CDC, que necesita algo más que una refundación, ha de buscar una nueva convergencia que concentre todas las energías para trabajar por un Estado propio de Cataluña. En ese Estado, según él, habrán de aunarse voluntades con políticas que, usando el derecho a decidir, tiendan a la desconexión con España empleando la que bautizó como “lógica del semáforo”: una confluencia entre socialdemócratas (rojos), democristianos (naranjas) y liberales (verdes)
Ocurre, sin embargo que, además de lo apuntado por Campuzano que utiliza Mas, aún hay otra posibilidad más para el futuro de CDC:
La que, si se impone la legalidad vigente en España, sea capaz de asumirla y evolucionar dentro del Estado Español aspirando al soberanismo o atemperándolo.
En ambos casos, también habrá de considerarse la capacidad y entidad de las personas encargadas de sustituir a las que en la actualidad, gastadas y desprestigiadas, habrán de ceder el testigo tras la explosión e implosión de Convergencia Democrática de Cataluña.
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