La poesía es el resorte, el fulcro necesario, el esfuerzo adicional, la vitamina indispensable, la mano invisible, la grúa y la estatua cuando nos encontramos tristes y se dificulta ponerse de pie y continuar en la brega.
La poesía es como el traje de súper tecnología que potencia al flacucho oficinista de una historia de cómics, que le convierte en el cuasi invencible contrincante por su fiereza entrega. Es como el suplemento alimenticio, la bebida energetizante, la bocanada de aire adicional que orilla a realizar el sprint final, las dominadas extras, el punto y seguido de una sesión de entrenamiento.
Es como el quitamanchas que recomendaba la abuela para los pantalones de peto impecables, el desnublador de cielos pastel de una historia de fantasía, como la puerta oculta de una trampa infranqueable, el soplo que da vida a las masas de burdo barro.
Estás equivocado / si crees que todo es gris, / también lo estás / si piensas que no hay solución. / Sentirte como ratón atrapado / es ficticio, / no es real, / es pasajero, / es estado anímico de barro. La poesía es una especie de sacudidor del moho que oxida las articulaciones del ánimo, reacción química psicológica que conmueve, blande, cimbra, quita del modo “punto muerto” del estancamiento en el que muchos hemos caído.
No todo es gris, ni todos los días son nublados en el mundo de la poesía. No hay región que escape a los rayos vivificantes del sol de la inspiración, por más profundos y recónditos sean. Céntrate en los bellos momentos / esos que has vivido muchas veces, / haz recuento de quiénes te aman, / cavila en los desconocidos que te han apoyado.
La poesía es una especie de filtro a través del cual se pueden plasmar los momentos que nos rejuvenecen, que nos recuerdan nuestras raíces y la absorción de nutrientes que están bajo el suelo que guarda de la erosión los valiosos nutrientes.
La poesía es el pase de lista de las filas de incondicionales y almas bondadosas, quienes nos guiaron cuando la venda nos cegaba y la desnudez nos reprochaba la pobreza de nuestros saberes en el mundo gélido de la ignorancia, la mediocridad y la falsa fortaleza.
Es nombrar a quienes perdieron su denominación en la masa, pero recuperaron su nombre a través de su empatía, los mismos que nos devolvieron la fe en la amistad, la solidaridad y el desinterés. Abrázate y hazlo muy fuerte, / tan fuerte que te recuerde / el amor materno, / la incondicionalidad fraternal, / la bendición matutina / y el perdón nocturno.
Abrazo de reconciliación con uno mismo, interconexión y restablecimiento de la señal entre mente y corazón; mentecorazones que anidan y replican la maravilla de un nuevo día. Maravilla nocturna del ciclo que se cumple, maratón de manecillas en el velódromo del devenir. Fuga de reos del centro penitenciario de la rebeldía proscrita.
Así que nada es tan gris / ni tan oscuro / que no sea disipado por el amor, / por el cariño y por la amistad.
Jarabe que la sabia madre aprendió de las ancianas del pueblo, caricias que no las borra el tiempo, fórmula que todo lo sana y lo cura.
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