¿Cómo ha sido posible que en los cuatro últimos años se hayan producido consecuencias tan destructivas? Vivimos en una época de avances científicos sin precedentes que nos hacen pensar que somos dioses. El cientifismo nos hace creer que podemos solucionar todos los problemas que se nos planean. La verdad es que se agravan y se añaden de nuevos que empeoran la situación.
Refiriéndose al mundo trastocado en que vivimos, Manuel Castells hace este diagnóstico: “Es la organización social de los humanos la que nos induce múltiples procesos destructivos entrelazados. No nos enfrentamos a una maldición, sino a nosotros mismos, a nuestra incapacidad de coexistir en paz. Tiempos de volver a la raíz y reconoce nuestra humanidad comuna y gestionarla desde el ámbito público”.
Cuando Manuel Castells escribe: “No nos enfrontamos a una maldición” está descartando toda posibilidad de solución espiritual del problema social que nos toda de lleno. Desde la Caída en el Edén el hombre ha sido incapaz de gestionar bien sus asuntos. En la Caída además del factor humano se encuentra la colaboración de Satanás que es el culpable de que Dios maldijese la Tierra. Es corresponsable de nuestros infortunios. Ante la evidencia de que nos encontramos en un mundo trastocado Manuel Castells niega que el mundo trastocado que nos toca vivir la maldición de Dios tenga algo que ver.
Massino Recolcati, escribe: “Si la modernidad ha marcado el momento de la justa emancipación del Yo de los oscurantismos irracionales de la superstición”. Si la razón con toda la supremacía que se le concede es incapaz de reparar los males que fabrica el homo sapiens sapiens, ¿por qué denigrar a la espiritualidad catalogándola de oscurantismo irracional? Es cierto que existe mucha falsa espiritualidad como también mucha falsa ciencia. Porque exista falsa ciencia, a la verdadera ¿se la acusará de oscurantismo irracional? A pesar del desprestigio que hoy goza la Religión se la tiene que tener en cuenta si en verdad se desea dejar atrás este mundo trastocado que es presente por nuestra mala cabeza. A pesar de que Massino Recolcati considera que la modernidad ha emancipado al Yo de los oscurantismos irracionales, es obligatorio acudir a los tres primeros capítulos de Génesis que narran nuestros orígenes según Dios. Sin ellos es totalmente imposible entender el mundo trastocado en que vivimos.
Los evolucionistas nos dicen que del menos vamos al más. Del primate al homo sapiens sapiens. Según ellos todavía nos queda mucho camino evolutivo que recorrer para mejorar la raza. Los tres primeros capítulos de Génesis nos enseñan todo lo contrario: de más vamos a menos. Estos capítulos nos enseñan que el hombre es una creación directa de Dios y que no tuvo necesidad de utilizar a un primate al que infundir el aliento de vida que hace del hombre un ser viviente. Ningún parentesco nos une a los primates: “No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves” (1 Corintios 15: 39). La materia original del cuerpo humano no es de origen animal, proviene del polvo de la tierra: “Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2: 7). Una vez terminada la creación: “Vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1: 31).
Sabemos por Génesis 3 que un ser espiritual malvado intervino en el hombre que había sido creado “bueno en gran manera” con el fin de que dejase de serlo (Génesis 3: 1-7). Pero el Señor Dios no deja al hombre en el estado ruinoso al que le había llevado su desobediencia. Génesis 3: 15 es la primera profecía que anuncia el Salvador que por la fe en el Nombre de Jesús el creyente será una nueva creación: “Y pondré enemistad entre ti (el diablo) y la mujer, y entre tu simiente y la simiente de la mujer (Jesús), ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el talón”. Una referencia clara de Jesús muriendo en la cruz para salvación del pueblo de Dios.
Margaret Thatcher, primera ministra de Gran Bretaña, cuando se inició en política quería salvar el mundo. La realidad le hizo ver que esta ilusión era inalcanzable. Cuando cayó del caballo escribió: “En los años de mi juventud, cuando empezaba mi carrera política, con todas mis esperanzas, sueños y ambiciones, a mí y a muchos de mis contemporáneos nos parecía que si llegásemos a un período en donde tuviésemos buenas casas, una buena educación, y un nivel de vida respetable, entonces todo quedaría resuelto, y tendríamos un buen futuro, y todo sería mucho más fácil. Ahora sabemos que esto no es así. Nos enfrentamos a los verdaderos problemas de la naturaleza humana. ¿Por qué tropezamos con tantos casos de crueldad hacia los niños? ¿Por qué vemos tantos casos de crueldad hacia los animales? ¿Por qué las personas recurren al terrorismo? ¿Por qué la gente recurre a las drogas? Estos son problemas mucho más difíciles. ¿Por qué cuando lo tienes todo, algunas personas recurren a estas cosas tan viles que minan toda la civilización?” La respuesta es muy sencilla: Menosprecian los tres primeros capítulos de Génesis que hablan de nuestros orígenes según el Creador y por la fe en el Mesías anunciado que regenera al pecador abriéndole la esperanza en la gloria futura.
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