En 2019 se celebró a toda pompa el 50 aniversario de cuando EEUU llegó a la luna. Esta mega-potencia también promueve los festejos del 12 de octubre, pues en esa fecha de 1492 se inició la colonización europea de América. Sin embargo, hay una travesía tan o más importante que todas ellas, la cual no merece la misma cobertura. Se trata de la que se inició en Andalucía el 20 de septiembre de 1519 y terminó allí mismo el 6 de septiembre de 1522. Esta fue la primera expedición que dio la vuelta al planeta y que unificó al mundo. Con ella, realmente, comenzó la actual globalización. Mientras el viaje a la luna de 1969 duró 3 días y el de Colón menos de 3 meses, la primera circunnavegación a nuestra esfera demoró casi 3 años.
Circunnavegando al globo
De los 5 navíos y 239 hombres que inicialmente capitaneaba el navegante luso Fernando Magallanes, solo llegaron 1 barco con 18 tripulantes famélicos. Esto es menos del 8% de su tripulación original. Su inicial comandante fue muerto a mitad del camino (en Filipinas) y el camino de retorno (por la otra mitad del globo) la lideró el español vasco Sebastián Elcano quien tuvo que viajar casi sin tocar tierra por todo el océano indico y por la mitad del Atlántico desde la actual Indonesia hasta Cabo Verde (archipiélago del noroeste africano) buscando evitar que le capturen las flotas del imperio Lisboa por atravesar en los mares que el Papa les había entregado. Desde el sur de Brasil hasta Filipinas, esta expedición bajo bandera castellana se había desenvuelto en los mares y territorios que el sumo pontífice le había entregado a Madrid en el Tratado de Tordesillas de 1494. El resto era territorio luso y muy vigilado por sus navíos, los cuales consideraban a Magallanes como un traidor y quería impedir que los hispanos rompen su monopolio del tráfico de las esepcias.
A pesar de esa gran epopeya, no se le da la suficiente cobertura. Ello se debe, posiblemente, a no fue hecha por EEUU o ninguna de las potencias del club nuclear o que integran permanentemente el Consejo de Seguridad de la ONU. Ni España ni Portugal figuran dentro del Grupo de las 20 mayores potencias.
Los astronautas tienen el gran mérito de haber llegado por primera vez a un cuerpo espacial distinto a la Tierra, pero nunca se han establecido bases o ciudades en la luna. Los Apolos sabían perfectamente la ruta, el tiempo y las características de su odisea, pero no así estos navegantes que lo único que conocían era la ruta a las inmediaciones del actual Río de Janeiro, pero no sabían que existía al sur de lo que luego sería la anterior capital carioca.
Magallanes descubrió para los europeos y el resto de los habitantes no nativos de dicha zona, toda la costa que va desde el centro y sur del Brasil, toda la de Uruguay y toda la de Argentina. Sus galeones fueron los primeros en llegar al río de la Plata (el mayor del hemisferio sur) y en cruzar por el estrecho que une a los océanos más gigantescos que hay (el Atlántico y el Pacífico). Magallanes le puso a este último su nombre, mientras que con su apellido fue bautizado dicho estrecho que está al extremo sur de Chile y Argentina.
Luego de llegar a la punta septentrional sudamericana, Magallanes pudo haber contorneado hacia el norte toda la costa continental, con lo cual hubiera llegado a conocer a los incas desde el sur y una década antes de que Atahualpa fuese capturado, cuando el supremo inca era su padre, Huayna Cápac. En ese caso, los mapuches hubieran sido uno de los primeros pueblos andinos en ser contactados (y no uno de los últimos, algo que les permitió mantener su independencia durante la colonia) y los castellanos pudieron haber llegado antes a las costas cercanas al Cuzco antes que a las de los actuales Ecuador, Tumbes y Piura.
En la medida en que entonces la población nativa de los Andes aún no había adquirido las epidemias traídas por los europeos y que estaba en pie el imperio unido en torno a Huayna Cápac, la resistencia del Tahuantinsuyo hubiese sido mucho mayor y efectiva. Los 4 barcos con los que Magallanes entró al Pacífico no estaban comunicados con el resto del imperio, no tenían suficiente capacidad militar y no hubiesen podido conseguir refuerzos.
Sin embargo, su objetivo no era contornear al Pacífico, sino que era descubrir una ruta hacia las islas del sudeste asiático famosas por sus especias (hace 5 siglos el clave de olor valía más que un clavo de oro o plata), por lo que estuvo meses atravesando el Pacífico exponiendo a sus marineros a muchas enfermedades.
Al final, Magallanes llegó a lo que luego los españoles bautizaron como las Filipinas (en honor a su rey Felipe), el actual país con mayor población católica del viejo mundo. Allí ese conquistador fue muerto por los nativos (algo que no hicieron los aztecas con Hernán Cortés o los incas con Francisco Pizarro). Elcano decidió culminar la travesía, no retornando por la ruta original, sino yendo a mar abierto (y casi sin parar) hasta Andalucía.
Consecuencias
Gracias a esta travesía es que hoy tenemos un mundo globalizado con comercio, internet y viajes intercontinentales. Esta epopeya ayudó a transformar al español y al portugués como los primeros idiomas globales y los únicos idiomas que, en cientos de miles de años de historia humana, tienen más millones de parlantes nativos dentro de pueblos ultramarinos de otras razas que en su continente original. La mayoría de quienes hablan estas 2 lenguas ibéricas son mestizos o mulatos. Todas las demás miles de lenguas que han habido se han concentrado en su continente, región o raza originales.
Hoy tenemos cerca de 500 millones de hispanohablantes y 250 millones de luso-parlantes. Los primeros son la mayoría en el hemisferio occidental y en poblaciones con ancestros amerindios, y los segundos en el hemisferio sur y con ancestros negros. Los que se comunican en casa en inglés se encuentran en medio de estas 2 cantidades.
Hoy la mayoría de quienes habla de una de estas 2 lenguas ibéricas puede entenderse entre sí mismos. Hay más de 30 países donde estos idiomas son oficiales o muy hablados. A pesar de que el inglés ha tratado de imponerse como el idioma de la globalización, ha venido rebrotando, incluso dentro de las grandes potencias anglo-parlantes (como EEUU), un renacimiento de la lengua de Cervantes.
Por más que se cuestionen las ambiciones y violencia imperiales de los luso-hispanos, no se puede dejar de reconocer el valor de sus tripulantes que descubrían rutas y costas nuevas. En cierta manera, todos los iberoamericanos nos hemos educado en la influencia cultural dejada por ellos.
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