Bello como una prisión en llamas es un libro memorable sobre un oculto episodio de la historia inglesa, recordado en un título de la prensa francesa cuando un grupo de piromaniacos incendió la sede del Congreso paraguayo.
Paraguay, país con una clase política de cultura piromaniaca, volvió a sufrir por debilidades institucionales otro incendio, ahora en sede de su misma Justicia Electoral.
"Bello como una prisión en llamas" es un relato que narra un episodio de la historia de Inglaterra mal conocido en ese país y completamente desconocido por estas latitudes: la primera gran insurrección proletaria de la era industrial.
A comienzos de junio de 1780, la aprobación de una ley considerada «papista» desencadenó un monumental motín que, sin jefes ni doctrinas, y abundantemente regado con ginebra y otras bebidas etílicas, desembocó en una gran fiesta popular a lo largo y ancho de la que entonces era la ciudad más grande de Europa: Londres.
Al grito de «¡No a la esclavitud!» se quemaron las casas de los políticos, se socializaron las destilerías, se destruyeron los símbolos de la opresión y se incendiaron las prisiones, no sin antes poner en libertad a los pobres (sus moradores habituales).
La historia también recuerda a Marinus van der Lubbe, un desempleado holandés medio ciego y según los nazis demente, como el supuesto responsable de incendiar el Congreso alemán (Reichstag), que ardió el 27 de febrero de 1933. Once meses más tarde, sería condenado a muerte y decapitado.
Pertenecía al Partido Comunista de los Países Bajos, y ya había intentado quemar el Palacio Imperial y una oficina de desempleo, sin lograrlo. Fue juzgado con otros tres activistas búlgaros, y ejecutado el diez de enero de 1934. No había cumplido los 25 años. Fue declarado inocente por la justicia alemana setenta y cinco años después, en el año 2008, aunque sus antecedentes permitan dudar de la absolución.
En Paraguay son comunes los incendios que dejan damnificados a grandes segmentos de la población, sobre todo a la población vulnerable, por esa razón no causan gran conmoción. Pero pocos incendios, desde tiempos de Nerón, pueden ser considerados tan alegóricos como el incendio de la Justicia Electoral paraguaya.
Si fue bello un parlamento paraguayo en llamas, en la óptica de la prensa francesa, lo mismo podría decirse de una corrupta Justicia Electoral incinerada. Ya lo expresó en un metaforismo un célebre literato : En un incendio sin explicación, hay un silencio del tamaño del cielo. LAW
|