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Denilso Sánchez desnuda clasismo de la prensa

El gran protagonista de la política paraguaya en los últimos días, Denilso Sánchez, echa luz sobre la hipocresía, ignorancia y racismo que aquejan a la prensa paraguaya
Luis Agüero Wagner
jueves, 31 de diciembre de 2015, 10:33 h (CET)
Si existe un sello característico que permite diferenciar a la prensa paraguaya en general, es su aversión por la movilidad social. A lo largo de largas décadas, uno de los argumentos más recurrentes para disparar contra sus adversarios ha sido revelar el origen humilde de quienes a través de su talento político lograron superarse y escalar posiciones de lo más bajo a lo más alto de las clases sociales.

El mejor argumento para demostrar la deshonestidad de algún encumbrado dirigente político es, en esa lógica, publicar pruebas sobre su origen humilde y las necesidades que padeció antes de acceder a la función pública. Es común leer en los medios que el personaje viajaba en transporte público, tenía siempre la billetera vacía, vivía en una tapera.

Un ejemplo puntual fue la forma en que denostaron contra el ex presidente Nicanor Duarte Frutos, durante sus años de esplendor. Duarte Frutos había padecido los salarios miserables que pagan los empresarios de la prensa paraguaya durante sua años de periodista, hasta que su estrella empezó a brillar cuando incursionó en política partidaria.

Duarte Frutos pudo sobrevivir a la trituradora de huesos humanos que constituye la interna de su partido, y superando uno tras otro a sus muchos adversarios, alcanzó la presidencia del Paraguay en el año 2003. Fue el principio del fin de la imagen de trabajador eficiente, analista político con luces y líder con ansias de superación.



De inmediato empezaron las recriminaciones al viejo colega, por parte de la prensa, como si no perdonaran que hubiera abandonado los sueldos miserables de las redacciones para trascender alcanzando el poder. Las diatribas contra Duarte Frutos alcanzaron su clímax cuando quiso ingresar como socio una entidad que aglutina a los ricos de Asunción, El Club Centenario.

Era un atrevimiento inconcebible.

La última víctima de este esquema clasista fue el intendente de Capitán Bado, Denilso Sánchez, acusado de ser un lavador de dinero porque su hermano fue procesado por ese delito contable en Brasil. Argumento incontestable, según los analistas de la prensa paraguaya, que olvidaron que el banco del presidente Horacio Cartes también fue investigado sobre lo mismo por la justicia brasilera.

El fiscal Marcelo Pecci, que litiga a través de los medios en lugar de hacerlo en los tribunales, mantuvo por seis meses en prisión al hermano de Denilso, sin poder demostrar su culpabilidad. Mucho más improbable es que demuestre la culpabilidad de alguien imputado sólo por ser “hermano de”…Toda la acusación se basaba en una causa fenecida en tribunales foráneos, rumores interesados, el origen humilde y sobre todo, el tono bronceado de la piel del involucrado.

Denilso se quejó de los adjetivos peyorativos con los cuales lo alude la prensa, las ofensas que recibe en ese contexto su familia y denunció la falta de pruebas, testimonios o argumentos valederos para acusarlo más allá de las publicaciones en las que se basa un fiscal favorecido por los medios.

Esta realidad llevó a Sánchez a acusar de hipócrita, ignorante y racista a la prensa que pretende condenarlo como si las oficinas de los empresarios que lucran con el trabajo de los periodistas fuera una sala penal.

A la mayoría de los ciudadanos les quedan como un eco varias interrogantes sobre este caso.

¿Es la prensa un Tribunal Legítimo que está por encima de las Leyes de la República? ¿ Ofrece garantías una justicia donde los Fiscales obedecen órdenes de empresarios de la prensa? Si no importa lo que reza la ley ni las pruebas o testimonios, solo lo que publican ciertos medios, los rumores, chimentos y aspecto físico del imputado... ¿Quién está a salvo?

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