Nunca antes nos mostraron al mito cinematográfico como en Blonde. Porque hasta ahora, e incluso después de estrenarse la película sobre Marilyn Monroe, los expertos siguen con la cantinela del mito erótico y de la luz y del reflejo que representó la actriz en su época y a lo largo de la historia del cine.
Pero lo que contemplamos en Blonde es a Marilyn vista desde Norma Jeane. Y es así cómo nos damos cuenta de hasta dónde está transformando el cine el movimiento “me too”. Ni siquiera aparece en las escenas finales ese tan repetido acto cuando canta “Happy birthday Mr. president. No, no hace falta en esta película. Esta historia va de lo que vio con sus ojos la actriz, de lo que deseaba y odiaba, de lo que ansiaba y no obtenía. De cómo la utilizaron y de cómo ella misma pensó en engañarse para sobrevivir a todo el mal que le han hecho.
El cine tiene esa capacidad de mitificar y desmitificar, y lo sabe bien Hollywood. Nos hace soñar y nos despierta de vez en cuando con cintas como Blonde, donde los espectadores no se encuentran a gusto porque la realidad puede llevarse al cine de forma magistral y, al mismo tiempo, hiriendo nuestras expectativas. Es lo que reflejan algunas críticas publicadas sobre esta película.
Quienes buscamos ese otro punto de vista, esa otra mirada crítica y certera sobre la realidad de algunos fenómenos, nos alegramos de ver la cinta porque sentimos que es un verdadero homenaje a quien tanto dio al cine sin ser comprendida tal como ella sentía, o que percibimos que podría haber sentido.
Se alaba su fotografía, se da pábulo al inglés de Ana de Armas comparado con el de Marilyn, y se califica incluso de “bestial” película del año. Es más, se dice que no es una construcción sino una destrucción del mito Marilyn.
Yo diría que es una deconstrucción, que es algo bien distinto. Se cuenta cómo se construyó el mito para mostrarnos cuáles son los mimbres utilizados y qué esconden en la formación del mito. En los inicios de Marilyn como actriz ocurre una escena que ahora la entendemos perfectamente gracias al movimiento “me too”. Tiene lugar en el despacho-dormitorio del hombre encargado de darle un papel y que tiene la capacidad de contratarla. Se nos muestra en el film lo habitual y sistemática que es la violación que sufren las actrices y que nadie dice nada, ni ella misma. Solo le queda llorar. Nadie la va entender. Era la forma de operar de la industria.
Por eso es tan importante esta película, porque solo con el mito de Marilyn se puede abordar de verdad la deconstrucción de un mito del cine. Especialmente Marilyn, representa el mito erótico de millones de espectadores. Y así lo dejan ver en sus críticas algunos de ellos. No quieren derrumbar el mito porque se les va el juguete erótico por excelencia.
Hay aspectos biográficos y otros inventados a propósito, tanto en el libro como en la película, pero seguro que la llamada al padre que repite Norma en la pantalla tiene una razón de ser y está fundamentada. Y, de hecho, lo que parece devastador para ella es esa carta que recibe poco antes de morir donde se aclara que quien le escribía misivas con frecuencia no era su padre, sino alguien que jugaba con sus sentimientos, quizá por no poder poseerla de verdad como él quisiera.
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