Podemos decir que “Muchacha bonita” es un poemario intimista que proclama el amor invencible, al que nadie puede matar, ese que le profesa el autor a la belleza indomable, al mundo por el que hay mucho que hacer, a la mujer que lo acompaña a lo largo de los espacios compartidos y a la justicia que no acaba de llegar para todos.
Sus versos lúcidos son tocados por una sonoridad emotiva como si las notas de Shubber o Bach acompañaran su cadencia, generando una musicalidad que impregna el alma de un humanismo necesario en nuestros días, y que como un ebanista de la materia de las palabras, las moldea con la habilidad de un imaginero que limpia la virutas de la realidad; él autor consigue que trasciendan las grandes verdades de siempre y cobren vida emotiva, con la fuerza de su gubia estilográfica crea un mundo genuino de luz, donde las hojas del almendro acarician los pechos de la venus desnuda y el ciprés danza para que nos acompañe su lírica amorosa, mientras un búho apoyado en una rama de olivo con una sabiduría experimentada descubre el fiel corazón del autor que no es de madera, ni árbol seco en el camino, sino anhelo de un suspiro lleno de esperanzas que expresa en un profundo y evocativo de “si tu supieras”.
Como un seductor de la lengua que con su discurso poético consigue el milagro encantador de sentirse deseado por la persona amada y que va espantando la niebla del ruido que intenta confundirnos; él va con una antorcha de afecto con la que va buscando el mundo en ella, y que se va acercando a los paisajes de la esencia genuina que le alumbra y donde cobra sentido la existencia del ser humano abrumado por los designios de lo inevitable,pero viene en rescate del poeta la expresiva limpieza estilística de la que brota la imagen certera de quien ama y esta poderosa venus aparece apartando oscuridad y va alzándose contra las derrotas.
En este trabajo Francisco Vélez Nieto se enfrenta a la fragilidad de las mentiras, al dolor de los desengaños, con una sensibilidad insobornable, al contemplar los goces perdidos, acompañado de la reflexión sobre el tiempo intensamente vivido, asiste perplejo ante la dureza de la soledad y aún peor, la crueldad del olvido, rompiendo silencios con sus versos que resisten los envites de los adioses sin retorno y los sueños lejanos, con las palabras justas que protegen al poeta.
Juan Clemente Sánchez Escritor
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