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Etiquetas | Política | Cataluña

El izquierdismo y el anticapitalismo de pastel

José Enrique Centén
domingo, 10 de enero de 2016, 23:26 h (CET)
Los término de izquierda y derecha viene del 11 de septiembre de 1789 tras la Revolución iniciada el 14 de julio, cuando en la Asamblea representativa de los ciudadanos franceses se discutía el papel del monarca respecto a los actos parlamentarios, los que le daban un papel predominante se situaron a la derecha de la Cámara, mientras que los parlamentarios tendentes a limitar al máximo dicho poder si situaron a la izquierda.



Ateniéndonos al término los partidos no definen su concepción ideológica, ya que dicho término es una posición dentro de una asamblea cuando defienden distintos conceptos en ella, ahora se llaman corrientes, definición más exacta al ser más amplio el campo de discusión, no limitado al poder del monarca de donde surgió.

Cuanto están disfrutando los votantes del PP de la situación anacrónica que está viviendo Cataluña atizando el uso peyorativo de unas siglas de partidos que han elegido a su President, aunque muchos de esos votantes también deberían de pensar por qué también ellos han votado al que les ha engañado, no solo incumpliendo su programa electoral sino realizando lo contrario de lo prometido, defienden la unidad frente a la diversidad, olvidando que para gobernar se apoyaron en esos mismos que ahora piden la independencia. El PP atribuye a otros los males que promueve en su propio seno, el autoritarismo, la disciplina, la uniformidad, o el sometimiento a líderes.

No valen las vergonzosas declaraciones del líder de la CUP (¿izquierda anticapitalista?), tras el apoyo a un candidato claramente de derechas al decir: “hemos apartado la piedra del camino que impedía construir la mayoría independentista”, nuestra postura es avanzar hacia la “ruptura democrática y el proceso constituyente” pero que no obligaría a aceptar “políticas antisociales”.

Según los acuerdos se han quedado en minoría para cualquier propuesta social al ceder dos parlamentarios a la casta antisocial y capitalista, han apoyado a un elemento que quiere expulsar a los invasores de Cataluña, ¿a quién se refiere? a los cientos de emigrantes que poblaron Cataluña y la engrandecieron con su esfuerzo durante décadas, estableciéndose y donde nacieron sus hijos, pronunciamiento muy “social”. El nuevo President proviene de un partido alimentado por la corrupción generalizada desde 1978, esquilmando al Estado y a Cataluña al exigir mayores inversiones, cosa legítima de reclamar, pero lo que en realidad pedían era el control de las inversiones para el saqueo con el 3%, siendo los precursores de las privatizaciones en todos los campos, copiada por el gobierno central posteriormente, y aun así, apoyados por partidos llamados anti capitalistas y por ERC, aunque este es un genuino partido de izquierda, según la definición realizada al principio, era la izquierda del concepto de nación que tenían del resto de los partidos de Cataluña, siempre minoritario por titularse republicano, que significa un concepto de Estado, no una forma de gobierno, así lo demuestra con su apoyo incondicional a CDC, el partido más capitalista de España, de hecho el mayor corrupto catalán fue dirigente de ERC, pero su deseo de poder lo limitaba las siglas, y para ello en 1974 creó el germen de CDC, partido independentista liberal.

Hay partidos políticos que se definen de izquierdas de cara a las elecciones, cuando en realidad mucho de ellos son solo demócratas, porque defienden el sistema parlamentario, otros se decantan por lo social en mayor o menor grado, todo muy loable frente a aquellos otros que son totalmente antisociales, los liberales, defensores a ultranza de la privatización y una intervención mínima del Estado en la vida social y económica. Esperemos que el ejemplo catalán no se traslade al Gobierno Central, porque sería para apagar la luz y largarse.

Hay que defender la diversidad cultural de las españas y sus idiosincrasias, estar en contra de una secesión irracional promovida por los intereses de unos pocos, a favor de un Estado Federal como existen en otros países del orbe, una Nación donde el Jefe del Estado sea elegido, no producto de una herencia y con un gobierno que defienda a ultranza los Derechos Sociales de los ciudadanos y en contra de las pretensiones abusivas de una minoría acaudalada como han defendido hasta ahora los que han gobernado España.

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En nuestra realidad circundante, en lo que solemos citar como nuestro entorno, el sistema judicial tiene como objetivo no la Justicia, abstracción platónica que nos trasciende, sino garantizar, con realismo y en la medida de los posible, la igualdad de los ciudadanos ante la ley, que no es poco. Por eso hablamos de Estado de Derecho, regido por la Ley.

Estamos habituados a tratar con las apariencias, con la natural propensión a complicar las cosas en cuanto pretendemos aclarar los pormenores implicados en el caso. Los pensamientos son ágiles e inestables. Quien los piensa, el pensador o pensadores, representa otra entidad diferente. Y curiosamente, ambos se distinguen del fondo real circundante, este tiene otra urdimbre desde los orígenes a sus evoluciones posteriores.

Dejó escrito Salvador Távora sobre Andalucía que «la queja o el grito trágico de sus individuos sólo ha servido, por una premeditada canalización, para divertir a los responsables». No sé si mi interpretación es acertada, pero desde que vi por primera vez su obra maestra, Quejío, en el teatro universitario de Málaga creo que muy poco después de su estreno en 1972, el término adquirió para mí un sentido diferente al que antes tenía.

 
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